Llegaron angustiados al laboratorio a las siete de la mañana del viernes 15 de mayo. En la víspera, tres médicos del Instituto de Higiene habían dejado en análisis por doce horas la muestra de mucosidad nasal de un alumno del colegio Americano de Guayaquil, para conocer si era portador del virus AH1N1.

La veintena de curvas rojas que sobresalían en la pantalla de la computadora era lo que se temía: el positivo de la gripe porcina, como se la conoció inicialmente a la actual influenza de tipo AH1N1, una mezcla genética de cuatro virus, dos de influenza en cerdos de Europa y Asia, uno de aves y uno humano. Los científicos la llaman “virus ordenado” cuádruple y su nombre corresponde a la clasificación de influenza tipo A.

En el mundo se conocen tres tipos de influenza: A, B y C. Las dos primeras son las que llegan a provocar epidemias. La gripe porcina corresponde al tipo A que afecta a los humanos, pero también está presente en las aves, equinos y mamíferos marinos como las ballenas.

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“Muchos de esos animales viven en contacto con el hombre”, indica Aracely Álava, jefa de Virología del Instituto de Higiene Leopoldo Izquieta Pérez de Guayaquil, para explicar la transmisión del virus.

Además de pertenecer al tipo A, el AH1N1 tiene la fusión de dos sustancias: la hemaglutinina (H) y la neuraminidasa (N). La primera es la responsable de que el virus se una a la célula, y la segunda de que los nuevos virus se liberen de la célula madre y vayan a infectar nuevas células del cuerpo humano.

En Ecuador era la primera vez que se veía este nuevo virus, que desde el pasado 12 de abril ha creado pánico en el mundo y que ha tomado por sorpresa a la mayoría de países y a los científicos. Hasta ayer eran 12 mil los infectados y la cifra de muertos se acercaba a 90.

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El AH1N1 tiene algo con lo que la ciencia no ha podido competir, una gran capacidad para cambiar su esencia hasta convertirse en un virus diferente en el tiempo que demora el contagio con otra persona.

Tanto así es esa capacidad que, dicen los científicos, en los 4 meses que le tome a la Organización Mundial de la Salud (OMS) elaborar la vacuna contra este virus, probablemente se haya transformado en otro  mucho más mortal. “Es como saber que  habrán terremotos, pero no sabemos cuándo o en dónde, por eso  los países deben  prepararse para una pandemia”, advierte Felipe Lobelo, epidemiólogo del Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Atlanta, Estados Unidos, en cuyos laboratorios se detectó el primer caso de AH1N1 en un niño mexicano.

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La ventaja del virus sobre la ciencia radica fundamentalmente en su composición genética. “Tiene un ácido ribonucleico (genes) dividido en pedazos, eso le permite tener variaciones que dan lugar a brotes epidémicos”, explica Álava.

Como el virus cambia continuamente, las defensas de una persona que ya tuvo gripe no le sirven para protegerse de un nuevo virus de influenza. Es por eso que la gripe es una de las enfermedades más reincidentes en todas las personas.

En los laboratorios del Instituto de Higiene de Guayaquil, acreditado por el CDC, se han diagnosticado los diez  casos de AH1N1 conocidos en Ecuador. Esto ha sido posible, dicen los virólogos, por la llegada desde el CDC de Atlanta de los reactivos, las sustancias químicas que se usan para revelar la presencia de otras. Los 25 paquetes, con cuatro reactivos cada uno, llegaron hace diez días. Antes, lo único que se podía descubrir en el Instituto era si el virus correspondía a la influenza tipo A, indica Alfredo Bruno, veterinario de Virología.

Por eso, cuando la muestra del alumno del colegio Americano llegó al Instituto el lunes 11 no se pudo precisar si se trataba del AH1N1 hasta el jueves 14  cuando llegaron los reactivos.

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La confirmación solo se hacía en el CDC de Atlanta. En uno de sus laboratorios se hizo el mapeo genético de las características del virus. “Se lo comparó con los que ya estaban circulando y se comprobó que era uno nuevo”, explica Felipe Lobelo, del departamento de Inteligencia Epidemiológica del CDC.

Al descubrir que la ciencia médica se encontraba frente a un virus desconocido, los expertos del CDC enviaron la información genética del microorganismo a los países para que lo identifiquen rápido.

Sin embargo, las muestras fueron llegando al CDC para la confirmación. Esta organización dispone de laboratorios asociados a la Organización Mundial de la Salud en Inglaterra, Estados Unidos y Japón.

 “Inicialmente las muestras de América Latina están llegando acá, pero como sabemos que el virus se va a presentar en muchos países lo que se decidió fue repartir los kits”, dice Lobelo.

El propósito es que cada nación tenga la capacidad de detectar los casos y evitar pandemias como la de 1918 en España, que –dice Aracely Álava– antecedieron a la actual gripe porcina, y que cobraron la vida de 40 millones de personas.

Aracely Álava
Jefa de Virología del INH
“El virus A infecta a mamíferos, equinos, aves y humanos; en muchos países hay una convivencia fuerte entre ellos”.