Han pasado 700 años desde que los humanos dejaron la Tierra y viven sedentariamente en una nave espacial. En el planeta que abandonaron solo hay gases tóxicos y desechos sólidos que un solitario robot intenta reciclar en pequeños cubos.
Aunque la historia es parte de la película animada Wall-E, la descontrolada acumulación de basura como la que se muestra en el filme, es un problema real que ha venido acelerándose con el aumento de la población y el consumismo.
Rodrigo Pareja, coordinador de Saneamiento de la Asociación de Municipalidades del Ecuador (AME), refiere que una investigación de diversas organizaciones ecológicas determinó que cada ecuatoriano produce 0,67 kilogramos de basura diaria promedio; cantidad que llega a un kilo por persona en ciudades como Quito.
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El agravante para esta situación es el mal manejo que se le da a estos desechos, como lo indica un censo realizado a 226 cabeceras cantonales en el 2008 por el departamento de Manejo de Residuos Sólidos del Ministerio de Vivienda (Miduvi). Este revela que en el 63% de los municipios la basura es arrojada a botaderos, quebradas o ríos; el 17% en rellenos controlados (que hace solo el recubrimiento de la basura); y el 20% en rellenos sanitarios. De estos, solo el 5% tiene licencia ambiental.
Pero por más óptimo que sea el sistema, el problema de la contaminación no queda resuelto. “Si un relleno se llena hay que buscar una nueva área para poner la basura. Es un desperdicio de espacio porque esas tierras no servirán para sembrar ni para construir”, refiere José Guarderas, gerente de la consultora Sambito.
Eso es lo que sucedió en Ibarra (Imbabura), donde el relleno sanitario –creado en 1997– colapsó en febrero. Ramiro Jara, funcionario del Municipio, señala que esa entidad ya adquirió un nuevo terreno para colocar las cien toneladas diarias de basura que se producen en esa ciudad. “El nuevo lugar está alejado de la urbe, así que los costos de transporte subirán y habrá que hacer un nuevo tarifario de impuestos”.
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Jara coincide con el gerente de Sambito en asegurar que por economía y conservación del medio ambiente, la mejor opción es reducir el volumen de la basura a través de programas de reciclaje. Esta práctica, que hoy celebra su día mundial, ha sido multiplicada en muchos países por los gobiernos locales con normas y campañas para la reutilización de los residuos.
Sin embargo, en Ecuador solo en el 34% de las ciudades se realizan programas de reciclaje, según la Asociación de Municipalidades del Ecuador (AME). La mayoría de estos son planes piloto que se dan en ciertas comunidades y no en toda la población. Así sucede en Ibarra, donde desde hace cinco años el Cabildo implementó el plan Blanquita para recolectar botellas y papeles en zonas específicas de la urbe, con lo que se logra reutilizar el 10% de la basura que produce.
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Rodrigo Pareja, coordinador de Saneamiento del AME, asevera que los programas de reciclaje se efectúan más por presión ciudadana, que por iniciativa de los municipios o del Gobierno central. “Falta voluntad política para crear normas específicas sobre el manejo de los desechos”.
Al respecto, Roberto Jimenes, coordinador del Área de Manejo de Residuos Sólidos del Miduvi, afirma que esa entidad “incentiva a la reutilización de los residuos, pero son los municipios los que deben diseñar los programas para lograrlo”. Así, la mayor parte del reciclaje en las urbes se hace por iniciativa de planteles y fundaciones o informalmente:
chamberos que sin organización venden residuos a empresas privadas.
Ejemplo de ello es Guayaquil, donde el contrato con la empresa recolectora, Vachagnon, no incluye un plan de reciclaje, pues según las autoridades cantonales un proyecto de este tipo aún no se puede implementar sin que antes haya un plan de concienciación ciudadana.
Los empresarios del reciclaje coinciden con ello, pero critican la demora que ha tenido el Cabildo para crear una cultura del reciclaje que incluya también a los chamberos. “Los recicladores son apresados porque dañan las fundas de basura, pero sería mejor educarlos”, manifiesta Leonor Silva, presidenta de la recicladora Fibras Nacionales, en Guayaquil.
Según ella, hasta el 80% de la basura es reutilizable si es que hay un buen manejo de los desechos desde la fuente, es decir, desde el hogar, separando los orgánicos (residuos de alimentos) de los inorgánicos (papeles, plásticos, etc.). “Si el reciclaje se hace en los rellenos habrá menos aprovechamiento, porque por ejemplo, los cartones se manchan de lodo y sustancias contaminantes que impiden que se los pueda reusar”.
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Pero Ecuador está muy lejos de alcanzar esa optimización, pues más del 90% de los municipios recolectan los residuos en forma mezclada, según el estudio del Miduvi. Uno de estos es el de Quito, donde el Cabildo y Fundación Natura manejan la estación Poroto Huaico, donde se procesan parte de los desechos de la ciudad. Un informe de esa organización ambiental indica que de las 421.797 toneladas de basura que procesaron en el 2008, solo se recicló el 5,22% por la falta de un servicio de recolección diferenciado.
7
Décadas tiene la historia del reciclaje que se inició en la II Guerra Mundial, cuando EE.UU. reusó objetos de aluminio para hacer armas.
9.365
Toneladas diarias de basura se produce en Ecuador.
58%
de la basura son residuos orgánicos. De los inorgánicos el 9% es papel; 11%, plástico; 2%, vidrio; 2%, aluminio; y el 8%, otros componentes.