Pedro X.Valverde Rivera
Yo advertí desde esta columna que el CNE se debía al Gobierno nacional y que cualquier amago de control a este era solo para hacer el show. Y no me equivoqué. Luego de diez días, recién tenemos los resultados finales para la Presidencia de la República.
Es que el control de todos los poderes del Estado desde Carondelet es tal, que hasta se olvidan de hacer por lo menos que no parezca tan grotesco.
El pasado lunes en una cadena del Gobierno nacional se promocionaba y defendía la transparencia del CNE. ¡Esto es increíble! ¿Desde cuándo el CNE pertenece a la Función Ejecutiva?
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¿Puede el Gobierno hacer publicidad para promocionar a otra Función del Estado?
¿Cómo podemos creer que el CNE es independiente si el partido político/Presidente/Gobierno se encarga de promocionar al supuesto árbitro en sus cadenas?
Así las cosas, con el control total del poder, con la chequera fiscal abierta para regalar urea, kits, casas y todo lo que sirva para ganar votos, mientras el resto de candidatos estaba enjaulado en las franjas publicitarias controladas por el mismo régimen (CNE), el resultado es mezquino para Correa.
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A continuación, amable lector, la razón de mis dichos:
1.- Lo real, justo y razonable es comparar el voto de Correa con el número de votantes no con los votos válidos, por una sencilla razón: es la primera vez en más de 40 años que un presidente se presenta a reelección en el Ecuador.
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Es decir, hasta antes de esta elección, el voto no representaba la aprobación o rechazo de la gestión del Gobierno en el poder al momento de la votación.
Así fue como lo interpretó Correa cuando ganó la consulta popular, la Asamblea Constituyente y el referéndum aprobatorio: como un voto de aprobación de su proyecto y de su gestión.
Así es que ahora, que el voto le es contrario, no me van a cambiar las reglas; el que se pica pierde.
Con esta consideración, resulta que Correa alcanzó el 45,20% de quienes asistieron a votar el pasado 26 de abril.
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Es decir que el 54,80% de los ecuatorianos no aprueba su gestión y no quiere que siga en la Presidencia de la República.
2.- Si ponemos a Correa 2006 contra Correa 2009, notamos que el 50,49% de los votantes eligió a Correa. Es decir, casi 5% menos que en el 2009.
3.- Y si lo comparamos con los ex presidentes Lucio Gutiérrez, Abdalá Bucaram y León Febres-Cordero, la cosa es similar:
Candidato/ año/ % votos totales:
Correa/ 2009/ 45,20%
Correa/ 2006/ 50,49%
Gutiérrez/ 2002/ 48,27%
Bucaram/ 1996/ 48,83%
Febres-Cordero/ 1984/ 46,61%
El voto por León (1984), Abdalá (1996), Lucio (2002) y Correa (2006) fue un voto por la esperanza, por las promesas. Ninguno de ellos controlaba el poder, ni tenía el dinero del Estado, ni las cadenas nacionales para hacer campaña. El voto contra Correa en el 2009 es un voto de rechazo mayoritario.
Si a eso le sumamos la derrota en la Prefectura del Guayas, la paliza en la Alcaldía de Guayaquil, y la pérdida del control de la futura Asamblea Nacional, la verdad, parece que la propaganda aquella fue premonitoria, cuando le preguntaban: ¿De qué te ríes?
Ahora viene lo bueno. Vamos a ver qué tan sólida y fuerte es la revolución ciudadana, si con migajas de democracia ya comienza a tambalear.