El pintor español, que vivió en Guayaquil y dejó un legado de obras que se convirtieron en un referente histórico, motiva una recopilación biográfica y artística. “De haber conocido el genial Walt Disney a Roura Oxandaberro de seguro lo habría enrolado en su organización y habríamos tenido un maravilloso cuento animado en medio del bucolismo tropical”. La frase describe en esencia la habilidad del pintor español que hizo de Guayaquil su casa y su fuente de inspiración para plasmar paisajes que luego se convirtieron en un referente histórico de la ciudad. José María Roura Oxandaberro marcó una época en el Ecuador y fue el primero en describir, con su pincel, las zonas rurales y pueblos de la Costa, las islas Galápagos, el Guayaquil y Quito coloniales. Su legado, constituido en su mayoría por óleos, plumillas, grabados y acuarelas con paisajes y descripciones paisajistas, permanece casi oculto en numerosas instituciones y colecciones privadas de la urbe. Muy pocas obras reposan en museos: el Museo Municipal de Guayaquil conserva en su reserva un óleo de Playas de Villamil y plumillas diversas. En el MAAC (malecón Simón Bolívar) hay   óleos pequeños, pero no están en exhibición. El crítico y curador de arte Juan Castro y Velázquez está empeñado en difundirlas y hacer conocer el aporte que dejó el pintor, que nació en Barcelona en 1882 y fue hijo de Francisco Javier Roura y Mariana Oxandaberro. Tiene listo el borrador de un libro sobre el artista, en el que desentraña su vida, su pasión por el arte y los paisajes del Ecuador que quedaron plasmados para siempre en su lienzo.  Se denomina Vida y producción de un pintor paisajista de Cataluña en Ecuador y su edición está por definirse entre Ecuador o España. Todo empezó, cuenta Castro, con la curaduría de una exposición de arte sobre el pintor, para la cual se buscaron los cuadros que están en manos de familias guayaquileñas. La idea era transmitir a un público más amplio la dimensión de su trabajo. Roura es un referente. Su mayor aporte, indica el especialista, es haberse adelantado a la literatura para registrar los paisajes y costumbres de la Costa. Lo hizo, incluso, antes que el Grupo Guayaquil. “Cuando los cinco como un puño (en alusión a Demetrio Aguilera Malta, Joaquín Gallegos Lara, José de la Cuadra, Enrique Gil Gilbert y Alfredo Pareja Diezcanseco) no publicaban aún sus obras, él ya describía los paisajes en sus pinturas”, dice Castro, quien dirige Alta Cultura de Guayaquil. El historiador Rodolfo Pérez Pimentel, en su Diccionario Biográfico del Ecuador, refiere que Roura quedó impactado con los rincones montubios y paisajes:  recorrió los pueblos de la costa marítima y por los montes avanzó a Quevedo, Mocache, Palenque y otros poblados, perennizando un paisaje que amenazaba con perderse por el avance urbanístico. “Luego pintó por casi cuatro años en el Oriente e investigó la vida de los aborígenes”. Roura Oxandaberro llegó a Guayaquil por trabajo, en 1910.  Había sido contratado por una galería alemana llamada Casa de Artes para viajar al África en busca de paisajes. El contrato le aseguraba la compra de todas sus obras al óleo, a plumilla y a tinta china. Sin embargo, por los relatos que había oído a su madre y de las conversaciones con el poeta Aurelio Falconí Zamora, un joven ecuatoriano que vivió durante tres años en España, sabía que iguales panoramas de exotismo existían en América, con menos riesgos que correr. Decidió cambiar de ruta. Viajó primero, en 1908, a Venezuela, donde pintó una serie de grabados sobre la casa natal de Simón Bolívar. “Posteriormente estuvo en Panamá antigua y realizó un notable trabajo de sus ruinas. Siguió a Bogotá y perennizó la Quinta de Bolívar, que había cobijado sus amores con Manuelita Sáenz, todo ello para la Casa de Artes”, relata Pérez Pimentel. Roura tuvo inclinaciones para el dibujo desde niño, pero su padre se empeñó en que estudiara una profesión útil y lo llevó a la Facultad de Química y Farmacia de la Universidad de Barcelona, donde se graduó. Puso una botica, aunque le duró poco. En 1906 abandonó las fórmulas y se trasladó a París, donde se gestaba el ambiente artístico que le bullía por dentro. Luego pasó a Italia, para aprender arte. Sus conocimientos y la técnica aprendida se reflejan en sus obras,  explosivas de naturalismo, “sobre todo cuando retrata el frescor de la selva, la desolación de las Galápagos, las fiestas montubias, la majestuosidad de los páramos andinos y los grandes ríos del Litoral”, indica Castro en el libro. Entre las obras más conocidas del pintor están La iglesia del Morro vista desde la sabana; Costa de Galápagos con barco encallado; Playa de Galápagos con vegetación roja, Playa de Galápagos con cactos opuntia, Vista de Playas de Villamil,  Aguacero en la isla Santay. En esta última, cuenta Castro, puede apreciarse el estudio que hace el artista de los efectos de la lluvia y del viento, para transmitirlos no solo de manera visual, sino anímica. Roura Oxandaberro también demostró una especial predilección por pintar árboles y ríos. Registró toda una variedad de especies del Litoral en sus cuadros, especialmente ciruelos, algarrobos, mangos, samanes, guasmos, guayacanes, matapalos, palmeras, tamarindos, acacias, etcétera. Los pintaba solos, sin presencia humana ni animal. No obstante, en Galápagos (fue el primer pintor en captar el esplendor de las islas) realizó dibujos y acuarelas de tortugas, focas, lobos marinos y otras especies. Tras su visita, emitió una serie de cuadros titulada Las Islas Encantadas. Los hombres en los cuadros de Roura solamente constan en sus célebres plumillas de la Costa ecuatoriana. Entre 1925 y 1926 están fechadas las 20 plumillas que conforman el álbum Del Guayaquil romántico, cuya secuencia ha servido para la realización de óleos por incontables artistas. Este álbum, que aún se vende en imprentas, tiene láminas como  Armonías del Guayas, Astillero típico, Calle Villamil, Callejón Luzárraga, La Casa de la Cien Ventanas (Villamil),  La Casa de las Columnas (Villamil),  La Casa del Compadrito, Casa Histórica, La Casa de las Palmas, La Ceiba, Comercio Típico-Villamil, El Conchero (Villamil),  Rincón del Cerro. También hizo una sobre Quito Colonial. Lo que más destacan son los rigurosos detalles de sus dibujos, que los ubican como documentos para la historia de la arquitectura tradicional costeña. Roura había hecho su vida en Ecuador, luego de que en 1914 la Casa de Artes liquidara por la guerra y el pintor se quedara sin el apoyo económico. Primero se estableció en Quito, donde contrajo matrimonio con Judith Cevallos, con quien recorrió las principales capitales de América (Lima, Santiago, Buenos Aires, México, y las costas de California) presentando numerosas exposiciones. Castro indica que no hay certeza de en qué años el pintor vivió en Quito y Guayaquil. Posiblemente iba y venía entre las dos ciudades. En Guayaquil fundó una academia de dibujo, en la cual dictaba clases dos horas al día. También solía realizar excursiones al campo con sus alumnos los fines de semana para observar la naturaleza y  la arquitectura  conservada en barrios como Las Peñas, el Conchero, los cerros del Carmen y Santa Ana, el estero Salado, las canteras cercanas, las viejas casas de caña…Pese a que los datos de su juventud como artista son escasos, investigaciones como las de Ana Ma. Fernández García, de la Universidad de Oviedo, indican que tuvo influencias en la pintura de Joaquín Vacells, Ferrer Palleja y Francisco Galli. Son referentes que servirán a Castro en la búsqueda de la vida y formación de Roura. El experto viajó a España esta semana para recopilar más información sobre el pintor, de cuya juventud prácticamente se desconoce. Roura falleció en Guayaquil el jueves 17 de enero de 1947, a los 65 años. Está enterrado en el Cementerio General de la ciudad. La publicación monográfica sobre José María Roura Oxandaberro, dice Castro y Velázquez, abrirá tal vez las puertas para “conocer quizás un verdadero tesoro olvidado en países como Cuba, México, Venezuela, Estados Unidos y, posiblemente, en la misma España en los años mozos del pintor”. Un tesoro que Walt Disney no llegó a descubrir y cuya inspiración es netamente ecuatoriana.(K.V.)