El problema por la contaminación de los ríos tiene una década y aún no hay acuerdos.

En zonas rurales de Santo Domingo de los Tsáchilas hay más chanchos que personas. La mayoría es de Pronaca, la procesadora de alimentos más grande del país, dueña de las marcas Mr. Pollo, Mr. Chancho, Mr. Pavo, Mr. Fish, Procan.

En Santo Domingo, cuya población rural bordea los 80.000 habitantes, Pronaca tiene 138.000 chanchos y 1,9 millones de pollos, además de plantas de procesamiento. En total suman 31 instalaciones.

La pregunta que hacen sectores ambientalistas profesionales y representantes de la comunidad Tsáchila de la nueva provincia es dónde van a parar todos los desechos. La duda ha originado una polémica que lleva casi una década, desde 1998, cuando Pronaca instaló su primera chanchera en la zona.

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Los denunciantes acusan a la compañía de ser responsable de la contaminación de ríos, el aire y el suelo en las zonas rurales, mientras la empresa lo atribuye al manejo de los desechos sanitarios de las poblaciones.

El director de Medio Ambiente del Municipio de Santo Domingo, Jaime Pazmiño, dice que antes de asumir el cargo, en el 2001, la empresa “botaba descargas directamente al río (no precisa cuál)”. Algo con lo que coinciden habitantes de Puerto Limón, San Miguel de los Colorados y Valle Hermoso.

“Hasta 1998 viví en el paraíso; pero después de ese año, con la llegada de los puercos, he vivido en un infierno”, señala Ilario Signori, un hotelero italiano que en 1990 llegó a Valle Hermoso, un pueblo turístico, ubicado junto al río Blanco. Cuenta que los olores provenientes de la granja San Javier y de la planta de procesamiento alejaron a buena parte de los visitantes.

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En otra parte de la provincia, junto al río Peripa, a la altura de San Miguel de los Colorados, en la tarde del 19 de noviembre pasado cuatro mujeres que lavan ropa reconocen que esas aguas están contaminadas. Para Narciza Vélez hace dos años era común la presencia de hongos en la piel, por la mala calidad del agua. Reconoce “haber oído” que es por las chancheras.

Esteban Zambrano, gerente de la oficina regional de Pronaca, niega las acusaciones y, si bien admite que la mayoría de los ríos de la provincia están contaminados, responsabiliza a los pobladores de botar los desperdicios al río, pues no existe un sistema de alcantarillado en las zonas urbanas y rurales. Y pone como ejemplo a decenas de chancheras a orillas de los ríos de Santo Domingo.

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Asegura que la empresa siempre utilizó piscinas de oxidación, depósitos para recoger los desechos líquidos y sólidos. Tras un proceso de descomposición, una parte de los residuos se usa como abono y otra se descarga al río, según Pronaca, sin riesgo de contaminar.

Pazmiño también rechaza las denuncias. Dice que desde que es director de Medio Ambiente el sistema de producción de la empresa es compatible con el medio ambiente y “cumple con la norma municipal”.

El 20 de noviembre pasado, este Diario pudo constatar una descarga líquida –espumosa, de color rojo– que salió de la planta de procesamiento hacia el río Blanco. Voceros de la empresa negaron que se haya tratado de sangre o químicos, sino fluidos que  no contaminan, al menos, según la norma municipal.