Pese a varias décadas de presencia, es   desde hace 40 años  que los libaneses logran integrarse plenamente al resto de la comunidad guayaquileña.

La marcha por la paz, que libaneses y sus descendientes organizaron el pasado miércoles en Guayaquil, evidenció la amplia presencia de esta comunidad en la sociedad guayaquileña.

Se estima que actualmente hay unos quince mil libaneses en Guayaquil y que el número está en aumento por una nueva ola migratoria ocurrida en los últimos años.

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El cónsul de Líbano, Juan Saade, rememora que en 1875 los primeros en llegar fueron  “unos señores Bitar”.

Mostrando un libro de registro de migrantes de marzo de 1921, Saade menciona a Said El Khuri, que desde Manchester, Inglaterra, llegaba a casa de Kalil Nader; Marún Fersán, cuyo destino eran las calles Sucre y Santa Elena (ahora Lorenzo de Garaycoa); y Munir Said Haffar, que arribó a la casa comercial Dassum. “Señales particulares: calvo”, se especifica en el texto. 

Juan Saade, de 76 años, nació en Líbano y llegó al Ecuador a los 24 años en busca de su padre, Miguel Manzur Saade, quien a su vez había arribado en 1936, de paso, pues su destino final era Brasil, donde tenía sus negocios, pero que en esa época se encontraba en guerra. Aquí se enamoró y se quedó en Ventanas, Los Ríos, donde procreó seis hijos, apellidados Manzur, que era su nombre, en lugar de Saade, pues “en Líbano no se usa apellido materno”, indica.

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Tanús Hanna llegó a los 20 años a Ecuador desde Inglaterra, donde sus familiares tenían un negocio de textiles, al término de la I Guerra Mundial y se casó con una ecuatoriana hija de libaneses”, señala su nieto, Louis Hanna Musse.

Óscar Nader, empresario textil, refiere que “Mi abuelo llegó aquí en 1887, compró su primera casa cinco años después y se quedó de por vida”. Su padre nació en Guayaquil pero viajó a Manchester antes de la I Guerra Mundial para administrar el negocio textil familiar. Por eso Nader retornó cuando tenía 25 años.

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El éxodo
El abuso de los turcos a los libaneses, particularmente a los católicos, cuando Líbano era dominado por el imperio otomano, hizo que, como descendientes de los fenicios, buscaran otro horizonte. Huyeron sin importar dónde, tomaron un barco que los sacara con todo lo que tenían y sus familias. A donde llegaban empezaban a trabajar”, relata el cónsul, Juan Saade.

“Había hambre, el libanés buscaba salir y en esa época existía el auge del nuevo mundo. Tomaban sus ahorros y al hacer el barco escala en Génova, compraban mercadería que vendían al llegar para subsistir”, ratifica Nader.

“Con los libaneses en Ecuador se impulsa el movimiento industrial, comercial y bancario del país. Ellos salían con un bulto de tela en hombros a vender a los pueblos: fueron los primeros agentes viajeros del Ecuador.
Muchas fortunas se hicieron así”, agrega Louis Hanna Musse.

Inicialmente se los llamó turcos porque los pasaportes tenían ese origen.

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“Nuestros antepasados echaron raíces. Hicieron dinero y se quedaron.
Hay familias que tienen más de cien años en el país, como los Isaías” resalta Hanna. “La riqueza que lograron trabajando  la invirtieron en esta tierra”, concuerda Nader.

Integración
Pero debieron pasar muchos años para que los libaneses se integren totalmente y sean aceptados en la sociedad.

“Era mucho más sencillo casarse con alguien de la colonia libanesa porque tenía iguales costumbres, la misma comida”, comenta Hanna Musse.

 Recién hace 40 o 50 años empiezan los signos de aceptación pues como reseña Nader, los libaneses tuvieron resistencia de las clases pudientes de comienzos de siglo, pero el mérito de un migrante dice, “es transcender y crecer y subir de peldaño en peldaño”.

Había aquí una migracion anterior española y luego italiana, colonias mas poderosas en circulos sociales más altos, señala Jorge Saade, máster en música y destacado violinista ecuatoriano.

Hanna resalta que el primer caso de matrimonio de un libanés con ecuatoriana fue el de Antón Dassum y una señora de apellido Armendáriz.
“Luego, un hijo de ellos, Shaffik Dassum Armendáriz, desposó a una Arosemena, de familia guayaquileña de alcurnia”, sostiene Jorge Saade.

“Ese fue el matrimonio que rompió el hielo, el ‘boom’ que permitió la entrada en sociedad de los libaneses, que antes no eran aceptados en el Club de la Unión, razón por la cual construyeron su propia sede (el Biblos)”, asevera Saade. Los primeros en entrar en el Club de la Unión fueron los Isaías y los Kozhaya, por la década de los cincuenta.

Recuerda que incluso él sufrió en carne propia esa discriminación hace 20 años cuando conoció a su esposa Gina Burbano Parodi. Su abuelo italiano Enrico Parodi Goeta no quería aceptar un “turco” en la familia y solo lo hizo cuando supo que era violinista. “Él tocaba la mandolina y desde allí me adoró”, evoca Jorge Saade, para quien actualmente las familias libanesas están  completamente integradas. Con él concuerda Hanna Musse, mientras que Nader señala que “no existe ya colonia libanesa, existen ecuatorianos de origen libanés”.

Sobre el estereotipo del libanés mal genio y tacaño, Hanna dice que “Somos ahorrativos, trabajadores, triunfamos en todo campo de la sociedad ecuatoriana” por “nuestro carácter fuerte que no debe confundirse con mal genio”.

“Todo emigrante a través del ahorro da a sus hijos mejores oportunidades, y la segunda generación, nacida del ahorro de la primera, brindó su trabajo y fue motor del país que los acogió, señala Nader, para quien “el libanés busca en el negocio el precio justo, pero al terminar te invita a su casa y quizá gasta más de lo que ganó, pero gana un amigo”. Saade agrega que “el libanés no es tacaño, es despilfarrador, le gusta vivir bien, y atender bien a sus amigos, y por más humilde que sea una familia, la mesa está llena siempre para el amigo”.

ACTIVIDADES

Arte y educación
El rector de la Universidad Católica, Michel Doumet; el empresario Joseph Garzozi, el dirigente deportivo Denis Dau Karam, el escritor Jorge Enrique Adoum, la soprano Astrid Achi, el animador de televisión Polo Baquerizo Adum, José Miguel Salem en la danza y el compositor Nicasio Safadi.

Empresarios
Eljuri Antón, en medios de comunicación, autos, perfumes, electrodomésticos; Dassum y Antón, en hotelería; Nader, Kury, Bassil e Issa en textiles; Saade,  bienes raíces; Isaías en medios, banca e industrias; Ivonne Baki, Baquerizo Nassur, Raad, Juez y Chalela, en la construcción.

Políticos
Antonio Hanna Musse, Assad Bucaram y Jaime Nebot Saadi; Alberto Dahik; Martha Bucaram de Roldós; Pedro Saad; los ex presidentes Jamil Mahuad y Abdalá Bucaram; Alfredo Adum, Joffre Torbay, entre otros. 

Otros 
Según Óscar Nader entre los apellidos libaneses presentes en las familias de Guayaquil están Salem, Yazbeck, Baduy, Abboud, Hanze,  Harb, Kozhaya, Isaías, Dumani, Auad, Reshuan, Raad, Saba, Dibo, Sacre, Hanna, Chalela, Chedraui, Chagerben,  Thome, Hounaoui, Saadi, Saad, Sarquiz, Haddad, Farah, Farhat, Dibo, Barquet, Adum, Saab, Mucarzel, Huésped.