En la zona sur de la capital, ella formó una “Escuelita Ciudadana”; es decir, grupos de capacitación sobre deberes y obligaciones constitucionales y sociales, como la participación en la toma de decisiones nacionales o simplemente cómo ser buenos padres.

De esos talleres salieron los primeros simpatizantes de Gutiérrez, quienes más tarde estamparon sus firmas para
formar el Partido Sociedad Patriótica 21 de Enero.

Ximena Bohórquez, de 46 años y madre de dos hijas adolescentes, recuerda con cariño esa etapa de la vida política de su esposo, mucho más relajada que la campaña electoral. Desde el día siguiente que Gutiérrez ganó la primera vuelta electoral ella comparte la agenda política de su esposo.

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Confiesa sentirse plenamente identificada con su propuesta y durante los últimos dos años lo alentó. “Nunca me opuse a sus aspiraciones, a pesar de que tengo alergia a los partidos y nunca fuimos politiqueros practicantes”.

Fue por esto que dejó su trabajo de ocho años como médica de un dispensario del Seguro Social y aceptó ser candidata a diputada por Pichincha.

La gente del partido se lo pidió tres veces, pero dijo “sí” a la cuarta, porque “me conminaron a ser coherente con el proyecto”, relata.

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No tenía experiencia política, pero sí de labor social, por cuatro años trabajó como voluntaria de la organización Mujeres en Autogestión y Desarrollo, dictando charlas sobre salud reproductiva a mujeres de zonas marginales de Quito.

Por su conocimiento del área de la salud, pretende impulsar desde el Congreso Nacional dos proyectos de ley: uno de modernización del Seguro Social y otro de Salud Integral, por los cuales espera que toda la ciudadanía tenga acceso a un seguro médico de buena calidad.

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Explica que actualmente el 80% de la ciudadanía no tiene protección de salud; apenas el 20% está atendido: 10% por el Seguro Social, 7% por el Seguro Social Campesino y el 3% por hospitales de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y por seguros prepagados.

Ximena Bohórquez ofrece fiscalizar a los funcionarios que manejen fondos públicos y les exigirá rendir cuentas a la sociedad, “incluso a los de nuestro gobierno, porque si hablamos de depuración debemos empezar por casa”.

La esposa del coronel Gutiérrez cree que en el Congreso puede brindarle mayor apoyo político, así que si él resulta electo no dejará su curul.

“Yo no he pedido el voto para renunciar. El puesto de primera dama es honorífico; a lo mucho se llega a la presidencia del Innfa (Instituto Ecuatoriano del Niño y la Familia), que es una función netamente de directorio”, expresa.

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Esto no quiere decir que ella dejará solo a su esposo en los actos diplomáticos (visitas, cenas, recepciones) oficiales.
“En esos casos estará mi alterno en el Congreso”, dice.

Le entusiasma la idea de vivir en el Palacio de Carondelet, considera que es una edificación histórica con un profundo significado de la soberanía del Estado. Espera no tener que encargarse del manejo de la casa, pues no le dará tiempo: tendrá que compartir entre la diputación, la función de primera dama y el cuidado de su familia, esta última –asegura– es su prioridad.