Desde que era niño a Roberto Shimizu le encantaba coleccionar cosas. Cuando su padre, un inmigrante japonés, abrió una papelería y juguetería en la Ciudad de México en 1940, Shimizu comenzó una búsqueda que continuaría toda su vida dedicado a coleccionar y preservar juguetes.

Más de siete décadas después su fascinación vive en el Museo del Juguete Antiguo México (Mujam), un edificio de cuatro pisos repleto de objetos que transportan a los visitantes a su nostálgico pasado.

Situado en el histórico barrio Doctores del centro de la capital, el museo está lleno de Legos, figuras de superhéroes, robots, aviones, trenes e incluso piezas de Hello Kitty. El museo tiene numerosos luchadores de plástico y máscaras, así como juguetes tradicionales mexicanos que recuerdan que la industria juguetera alguna vez tuvo fuerza en el país y desapareció con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

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Shimizu aún ayuda un poco en el museo, pero la dirección está en manos de su hijo, Roberto. El museo enfrenta dificultades para mantenerse por una decisión de la Cámara de Diputados para dejar de destinar fondos culturales a este.

El museo ha tenido que reducir su personal a la mitad y la mayoría de sus eventos culturales y talleres han sido suspendidos, dijo Shimizu Kinoshita, quien espera recaudar fondos para el museo a través de una campaña en el cibersitio Kickstarter. “Es muy triste que realmente, nuevamente, los presupuestos de cultura sean los más castigados”, dijo el actual director creativo al inaugurar una muestra temporal de Barbie.

“El país no necesita más pistolas en las calles, más policías. La única manera de combatir la violencia no es con más violencia (...) yo creo que la única manera de combatir lo que está pasando, la desigualdad y la violencia que está pasando en México, es a través de la cultura”. agregó. (I)