La molienda de la caña de azúcar es una actividad que por años se realiza en la zona suroriental del cantón Loja. En la actualidad el bajo consumo de la panela ha obligado a varias fábricas a cerrar sus actividades. En la parroquia San Pedro de Vilcabamba se realiza este producto que es considerado una tradición, señala el portal cronica.com.ec.

La caña de azúcar es uno de los cultivos más antiguos de América. En la provincia de Loja, el 66% de los cañaverales son destinados a la elaboración de azúcar refinada; mientras que el resto se deriva en panela, aguardiente y miel.

En la zona suroriental, su derivado artesanal es la panela, que se produce en pequeñas fábricas o denominados trapiches, uno de ellos ubicado en la parroquia San Pedro de Vilcabamba, considerada como parte productiva de la zona, refiere cronica.com.ec.

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Édgar Toledo, propietario de una molienda, conoció los trapiches que tenían sus ancestros, funcionaba con ayuda de bueyes, luego fue cambiando a motores a diésel y finalmente con ayuda de la electricidad, lo que permite trabajar de la mejor manera y sin contaminar el medio ambiente.

San Pedro de Vilcabamba cuenta con un clima tropical y su suelo fértil ayuda a tener una producción adecuada de caña de azúcar, pues es tratada con abonos naturales.

Hace 20 años era el principal producto que se cultivaba en la zona, luego el café y finalmente otros cultivos.

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Hasta hace 40 años funcionaron seis fábricas de panela en la jurisdicción, que mantenían una producción diaria en toda la semana; hace dos décadas funcionaron cuatro y en la actualidad existen dos.

Los cierres se deben a la disminución de los cultivos, ya que solo existiría un 10% de cañaverales. “La razón es que ya no existe consumo de panela, pues la azúcar sustituyó nuestro producto y eso nos está llevando a la quiebra y cerrar los trapiches”, sostuvo Toledo.

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Proceso
En asnos se moviliza la materia prima. Una vez que la caña llega a la fábrica se la coloca en el trapiche, que extrae el líquido, que se almacena en un tanque.

Después el guarapo (jugo de caña) pasa a una tina grande de acero inoxidable que es sometida al fuego. El bagazo de la caña se aprovecha para cocinar el guarapo, con el objetivo de extraer el 90% de agua.

Cuando el producto cambia color y se vuelve como una melaza densa, se lo coloca en un cajón de madera, en donde el melero lo bate hasta que se solidifique y se lo separa en moldes que dan figura a la panela. En una fábrica se pueden elaborar 1.800 panelas al día. (I)

 

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