Belén Zapata

‘De Santa Elena para el mundo’ es el lema de Manitos Tiernas, un proyecto comunitario liderado y creado hace un año por Mercy Rodríguez, quien junto con cuatro mujeres impulsan a través del arte de la costura la cultura ecuatoriana.

Con retazos obtenidos de almacenes de telas, ubicados en el mercado central de la provincia, confeccionan colgantes para retrovisores, divisores de libros, costureros, monederos y bolsos. Estas creaciones a mano representan diseños que caracterizan las regiones del país.

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La observación de focas y ballenas en la Costa, los nevados e iglesias de la Sierra, la variedad de mariposas de la Amazonía, retratos del indígena, afro, montubio e identificaciones para mascotas son parte de los grabados que elaboran estas mujeres de la Península.

La labor es 90% artesanal, incluidas las puntadas, de las cuales se crean las letras; la pegada del cierre, forro, la puesta de ojalillos y la piola del colgante que queda compacta quemándola con una vela. El 10% se elabora con la máquina de coser y una plancha para darle mejor acabado.

Decidir los tipos de colores que deben usarse en cada figura es importante para que el producto final quede bien. El proceso empieza con la selección del retazo, el molde y, luego el bordado. También puede ser personalizado por el cliente sea para eventos culturales, artísticos, familiares, entre otros.

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Para Rodríguez, de 58 años, las tradiciones de la cultura peninsular se deben exponer dentro y fuera del Ecuador. Y ese pensamiento la motivó a emprender este taller que ahora funciona en las calles Guayaquil y 24 de Mayo, en Santa Elena.

Tres máquinas de coser, heredadas por su madre, son los motores del proyecto que busca posesionarse a nivel nacional.

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De lunes a viernes, en cinco horas diarias, estas mujeres a base del reciclaje de telas crean los variados diseños.

Rodríguez cuenta que siempre viaja con sus productos cada quince días a Guayaquil para la entrega de pedidos y compra de utilería. La distribución se hace donde la soliciten.

Tania Bayas, de 39 años, una de las impulsoras del proyecto artesanal textil, considera que esta labor es una vía de transformación social y económica para las mujeres de escasos recursos de las comunas de la Costa. (I)