Su mayor ilusión fue viajar, conocer nuevos amaneceres y pernoctar en suelos que alguna vez les fueron inalcanzables. Su único propósito era ser parte de una cultura distinta a la suya, de vivir el mundo. Ellos no se cruzaron en sus travesías, pero seguramente sus pies recorrerán los mismos senderos durante sus largas expediciones.

Para empezar a cumplir esa meta, ellos eligieron Sudamérica.

El polaco Wojtek Ganczarek se valió de una bici para conocer la región a punta de pedaleo. El chileno Julio Cifuentes usa su dedo para moverse, sin costo, de ciudad en ciudad. Y la ecuatoriana Gabriela Pinoargote, en su travesía de Buenos Aires a Guayaquil, lo que más conoció fueron terminales terrestres durante sus traslados en buses internacionales. Ellos, también usuarios de la página de viajeros couchsurfing, con la que han hecho nuevos amigos o hallado hospedaje, cuentan sus anécdotas de viaje low cost.

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De esta manera, tal vez si usted tiene el mismo sueño de salir con sus maletas, se anime a viajar, pues estos jóvenes demuestran que no es necesario ser rico para disfrutar de las maravillas de este mundo.

Ya conoció todo Chile; ahora quiere bordear toda Sudamérica

Su experiencia como viajero estalla como el Big Bang: de adentro hacia afuera. Julio Cifuentes, santiaguino de 26 años, primero recorrió todos los rincones de Chile, hace cuatro años, para luego conocer toda Sudamérica, lo que hace ahora. Su propósito es comerse el mundo entero a un futuro no tan lejano.

Este ingeniero civil camina por la región desde el 10 de mayo, cuando salió de su Santiago natal con solo una mochila de viaje y un pequeño bolso de mano, donde guarda sus bienes más preciados: una cámara, una tablet y algo de efectivo.

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Ese día, alzó su dedo pulgar y sin costo lo llevaron a la frontera de su país con Perú, su primer destino. Lo recibió Tacna y luego siguió hacia Arequipa, Valle del Colca y Cusco, pero le sorprendió especialmente un sitio: Ausangate, la quinta montaña más alta del Perú y que se encuentra a 100 kilómetros de Cusco.

Julio Cifuentes en su paso por Ausangate, la quinta montaña más alta del Perú. Foto: Facebook

Por supuesto, también estuvo en Machu Picchu y la imponente belleza del parque arqueológico lo sorprendió. "Es uno de los destinos donde siempre quise estar. Es impactante, emocionante, majestuoso", relata con una emoción que se manifiesta con cada palabra. Es que viajar, dice él, es un intento de encontrar un estilo de vida.

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Un estilo que se forja al conocer -y comprender- a los habitantes de cada pueblo que visita, con deleitar la vista gracias a la diversidad de paisajes, con dejar la calma de cada lugar por la intranquilidad de "qué hacer ahora, adónde ir". Y, por supuesto, de experimentar la cultura de tribus indígenas, por ejemplo.

Después de recorrer Lima, Huaraz y Máncora, el 24 de junio llegó a Ecuador. Su primer destino fue Montañita, donde estuvo tres días. Cuenta que no le pareció un gran destino, pues se asemejaba mucho a Máncora, pero los que lo maravillaron fueron los paisajes serranos de Quilotoa, Baños, Quito y la selva de Putumayo, según sus publicaciones.

Guayaquil fue solo una ciudad de paso. La Perla lo conectó con Montañita y volvió al puerto para luego dirigirse a la Sierra. A este Diario contó que su propósito era conocer en Baños el columpio del fin del mundo, del que le hablaron maravillas. El 29 de junio lo hizo y compartió una foto con el mensaje: "Viajar es una brutalidad. Te obliga a confiar en extraños y a perder de vista todo lo que te resulta familiar y confortable de tus amigos y tu casa".

Eso de confiar, dijo en su paso por Guayaquil, se vuelve en una necesidad para el mochilero. "Vas perdiendo el miedo con la confianza adquirida día a día".

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La selva amazónica ecuatoriana era imperdible. Según sus relatos de viaje, después del Quilotoa y Quito, Cifuentes fue hasta la preselva de Putumayo (foto), donde participó en una ceremonia de renacimiento gracias al yage (ayahuasca) y logró "una conexión espiritual con la pachamama", con chamanes. También contó que hizo un voluntariado a través del cual ofreció clases de matemáticas a los habitantes y ayudó en el sector agrícola. 

El 10 de julio ya estaba en Cali, sur de Colombia, y su viaje continúa.

Julio aspira a recorrer todo el borde de Sudamérica. Luego estará en Venezuela, asegura que pasará por las Guyanas, Suriname, y también se adentrará a la selva brasileña. Regresará al perfil costero de ese país, del lado del Atlántico, y así bajará por Uruguay, Paraguay, Bolivia, Argentina y, en un año, contempla estar de vuelta en Chile.

"Pero estaré un año. Quiero trabajar ese tiempo en Chile, ahorrar e irme a Nueva Zelanda", confiesa Julio.

A este joven, que carga una carpa, arnés para escalar y cuernas, el equipaje no le pesa tanto como ese hambre de comerse el mundo. Y aunque ciertamente extrañe a su familia, afirma que "sin duda" una de las mejores decisiones que ha tomado hasta ahora es convertirse en mochilero.

Su recomendación: "Hay que perder el miedo a viajar. La vida es una sola y hay que arriesgarse a hacer lo que uno debe y quiere".

Rechazó su vuelo de regreso a Ecuador y conoció tres países

Cuando la guayaquileña Gabriela Pinoargote le dijo a su familia, muy firmemente, que no volvería a Ecuador en avión, se puso muy feliz. De esa manera, le estaba dando apertura a uno de sus más grandes sueños: conocer buena parte de Sudamérica.

Estaba en Buenos Aires, donde vivió para cursar una maestría, que terminó en diciembre pasado. Y el 5 de enero, ella tomó sus mochila y salió en bus rumbo a Mendoza, el primero de tantos destinos que iban a sorprender a esta ecuatoriana, de 25 años.

Al principio, dice, le resultó fácil el viaje porque estaba acompañada por una amiga, también guayaquileña, pero en medio de la travesía, se quedó sola. Mientras estuvieron juntas, recorrieron Tucumán, Tafí del Valle, Cafayate y Jujuy, en Argentina. Hicieron amigos en el camino, mientras asistían a bailantas o hacían turismo en esas ciudades.

Gabriela dice que durante las dos semanas de viaje en ese país, solo se hospedaron dos noches en hostales y una vez en una carpa prestada por otros viajeros, el resto de días pasaron en casas de familias a través de couchsurfing. Luego pasaron a Potosí, Bolivia (foto).

Ahí su amiga enfermó debido a la altura y tomó un vuelo de vuelta a Ecuador, pero Gabriela no renunció a su sueño y decidió seguir sola.  Ahí se enfrentó a su primer reto. En Potosí esperaba ir a Sucre, pero la terminal terrestre estaba cerrada a las 02:00 cuando llegó y ella no vio adecuado pagar un hotel por pocas horas, pues le habían dicho que a las 07:00 pasaba el transporte que esperaba.

"Fue el momento en que dije: Qué hago. Esa ciudad era muerta, literal, no había nadie, ni una persona. Pero nunca pensé en terminar mi viaje. A las pocas horas pasó un bus, lo paré y le pregunté si iba a Sucre, me dijo que sí... Y respiré", cuenta a este Diario.

Conoció también el salar de Uyuní, Santa Cruz de la Sierra, La Paz y durmió en el lago más alto del mundo, el Titicaca, del lado boliviano. "Bolivia me sorprendió mucho en todo sentido, porque se cree que es un país que no tiene nada que mostrar pero sí tiene mucho culturalmente. Tiene rica gastronomía, se puede comer muy bien con dos dólares, y tiene una variedad de cerveza", expresa la joven, quien estuvo en ese país durante los carnavales, una fiesta que calificó de muy folclórica y divertida.

Poco más de un mes después de haber salido de Buenos Aires, Gabriela, sola, ya estaba en Perú, donde estuvo en solo tres ciudades: Cusco, Lima y Máncora. En la primera disfrutó de la arquitectura patrimonial y aprovechó para conocer Machu Picchu.

"Tenía bajo mis pies tanta maravilla. Es un sitio que ningún viajero puede perderse. Estar ahí es algo indescriptible", comenta sobre el parque arqueológico.

Luego de este viaje de casi dos meses, ella llegó a Guayaquil en bus procedente de Máncora. Aunque está a las puertas de un viaje a Colombia, quiere intentar 'mochilear' de nuevo rumbo a Centroamérica, pero su meta es llegar, en las mismas condiciones, hasta Tailandia.

Su recomendación: "Siempre hay miedo de viajar, más si lo haces solo. Pero viajar te saca de tu lugar de confort. No es lo mismo viajar en unas vacaciones con hotel cinco estrellas y sin preocupaciones, que viajar como mochilero. El primero lo puede hacer cualquiera, pero para el segundo hay que tener actitud".

Arribó en Cancún y va en bici hasta la Patagonia

Wojtek Ganczarek es un polaco que siempre tuvo curiosidad por conocer América, prácticamente, de cabo a rabo. En el 2013, procedente de Bruselas, arribó a Cancún en compañía de su bicicleta y desde entonces no ha parado de pedalear. Su meta es llegar al "fin del mundo", la ciudad de Ushuaia, en la Patagonia argentina.

Wojtek, que desde un amigable primer contacto anuncia cómo pronunciar su nombre (Voitec), sostiene que no titubeó en hacer este viaje pese a lo mal que le hablaban de ciertos destinos, como Honduras, pues su ciudad San Pedro Sula ostentó ser la más peligrosa del mundo; o visitar Venezuela, cuya tasa de homicidios se disparó debido a la crisis que atraviesa el país petrolero.

"Yo había ya superado el temor a la gente o a sitios que digan que son peligrosos. Cuando estaba en Guatemala e iba a Honduras me dijeron: '¡Cómo vas a ir allá, es peligroso!', luego cuando estuve en Honduras me dijeron: 'Cómo pudiste venir vivo de Guatemala'. Por eso estoy consciente en que no hay que confiar tanto en los cuentos", dice este joven de 28 años.

En su trayecto, Venezuela es el país en el que más tiempo ha estado. Vivió ahí alrededor de un año, lo que le permitió conocer su realidad social y política, que dio como resultado la concepción de su libro, 'Calor, mango y petróleo'. Justo en su paso por Guayaquil, el 23 de junio, contaba que apenas había firmado el contrato para su impresión y posterior publicación en Polonia.

Pese a las crisis que tienen los países, Wojtek ha descubierto las bellezas tanto de Venezuela como del resto de Centro y lo que lleva de Sudamérica. La naturaleza ha sorprendido tan gratamente a Wojtek que, en sus inicios, nunca imaginó tardarse tanto en completar esta larga ruta. "Yo pensaba recorrer el continente en un año, no como hasta ahora que llevo tres, y eso que falta. No tengo una fecha exacta de retorno, pero creo que volveré a Polonia en un año y medio".

Extenderse ese tiempo adicional también tiene un motivo. Wojtek prevé hacer una larga parada en Paraguay, país que le llama la atención por su "interesante historia" y porque, a su consideración, es el más excluido de la región; es decir, se conoce poco o nada de los guaraníes, de su sistema político, social, económico. Explica que probablemente publique un libro acerca de Paraguay, tal como lo hizo con Venezuela.

¿Y de Ecuador? Al país entró el 13 de abril, pocos días antes del terremoto, por la ruta La Bonita, en la provincia de Sucumbíos. "Hay poca gente que vive ahí, pero hay muchos pajaritos que te cantan en el viaje". De ahí estuvo en Quito y luego en Riobamba, ciudad de donde partió con destino a Guayaquil en una ruta de cuatro días, durmiendo en mercados y cuarteles de Bomberos.

Foto de Wojtek tomada de su blog (fisicoenelcamino.blogspot.com), de su álbum Ecuador.

A la Perla del Pacífico la compara mucho con Caracas por sus similitudes climáticas y por el "calor" de la gente, dice este joven, que para ciudades tropicales viste camisas de algodón, un pescador, zapatillas y un sombrero.

No pasó por Baños de Agua Santa ni preveía hacerlo. Afirma que un viajero por excelencia evita ir a sitios muy concurridos por turistas. En vez de eso, prefiere quedarse en poblados para construir relaciones humanas más profundas con los habitantes. Eso sí, las playas ecuatorianas no quería dejar de visitar. Para ello, Santa Elena era su destino. Eso hasta el 11 de julio como máximo, fecha en que se cumplía su estadía como turista en Ecuador.

¿Y cómo subsiste un viajero? Para empezar, él no gasta en transporte, su bicicleta es su vehículo para esta ruta. "Es un medio de transporte rápido porque evitas el tráfico, más sano porque haces ejercicios todo el tiempo, y es más cómodo y barato". Para ganarse la vida hace casi de todo: desde vender cocadas hasta ofrecer conciertos de música polaca en bares de ciudades donde se queda. También da clases de inglés y escribe artículos, turísticos y periodísticos, para medios de Polonia.

Su ruta, luego de Ecuador, es Perú, para estar en Bolivia en octubre, llegar a Ushuaia en enero, para el verano; y viajar a Paraguay en marzo, con lo que finalizaría su travesía por América, en compañía de sus dos bolsos donde guarda algunas mudas de ropa, su cámara y mapas.

Su recomendación: "Cada uno tiene que hacer lo que le gusta. A mí me encanta viajar. Y viajar no es para todos. No porque sea difícil, sino que no a todos les gusta el trajín que conlleva viajar. Pero si te gusta, hazlo". (I)