El rey de la fiesta, Leonardo Illapa (87 años), y los priostes del barrio San Juan Centro ordenaron traer un ataúd pequeño, como para un niño, para el agonizante carnaval.

La caja se fue llenando con restos de lo que se consumió en los ocho días de fiesta (trozos de carne, huesos, botellas de licor a medio beber, vegetales, entre otras cosas). Luego se hicieron cruces y coronas, mientras seguía la fiesta con baile, coplas cantadas, bebida y comida.

Esto ocurrió la tarde del pasado sábado en Guamote, como una ceremonia de conclusión del carnaval.

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Alrededor de las 15:00 era hora de enterrar al carnaval, en medio de gritos de hombres y mujeres. Fue ahí cuando asomó disfrazado de mujer Juan Salazar Loroña (comisario municipal de Guamote), quien por 24 años se ha convertido en la viuda del carnaval guamoteño, y en medio de lloros fingidos y acompañado de unos 2.000 guamoteños recorrió las calles principales de la cabecera cantonal hasta llegar a la plaza, donde se desarrolló la fiesta taurina de carnaval.

En el centro del lugar cavaron una tumba y, en medio de llantos, abrazos y coplas, enterraron al carnaval, suplicando que el otro año sea mejor y la producción de la Pacha Mama (Madre Tierra) sea bondadosa para dar de comer y beber a los invitados, a los turistas y al pueblo en general.

De acuerdo con varios testimonios, el iniciador de estas festividades de carnaval en el cantón Guamote es José Copa Paguay. Pero, según la versión de este guamoteño, la actividad ya se hacía en la ciudad y en el barrio San Juan, pues él recuerda que sus tíos y abuelos la habían organizado antes, aunque por algunos años se suspendió su celebración. (F)

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Padrinazgo
Crisis

Falta de reyes
Édgar Castillo, ‘exviuda’ del carnaval, comentó que “la crisis económica que vive el país se sintió en la fiesta del carnaval de Guamote”, debido a que este año hubo un solo rey que afrontó los gastos de los ocho días de fiesta, mientras que antes el padrinazgo lo hacían hasta cinco personas.