La princesa Charlene encantó al papa Francisco durante una audiencia privada con el pontífice el lunes en el Vaticano junto a su esposo, el príncipe Alberto II de Mónaco.

Francisco sonrió cuando Charlene se arrodilló ante él, tomó su mano derecha y la besó.

La princesa y el papa vistieron de blanco. Charlene vistió un simple y elegantemente adaptado abrigo blanco, guantes blancos y tacones altos en color beige, mientras Francisco llevaba su atuendo de costumbre.

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La pareja no trajo a sus gemelos de 13 meses, Gabriella y Jacques, pero Francisco les dijo: "Rezaré especialmente por sus hijos".

El príncipe, quien tiene una granja, obsequió al pontífice una canasta de frutas y vegetales, así como otra con queso. También dio a Francisco una copia de una edición especial, impresa en el pequeño principado del Mediterráneo, de la encíclica papal, que hace hincapié en el deber de la gente de salvar el medio ambiente de la Tierra.

"Usted la conoce", dijo Alberto en broma al papa, quien le devolvió la broma: "Creo que ya la he leído".

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Alberto creó una fundación para proteger el medio ambiente y fomentar el desarrollo sustentable.

La descripción del Vaticano de la visita de los miembros de la realeza afirmó que la conversación cubrió asuntos de "interés común", incluido el medio ambiente, la ayuda humanitaria y el desarrollo humano.

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Francisco considera el cuidado del medio ambiente una imperativa moral.

El sumo pontífice platicó durante 20 minutos con la pareja en una mañana ocupada que incluyó reuniones con una delegación luterana de Finlandia y con la titular del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde. (I)