El Vaticano respondió favorablemente a un pedido que realizó el arzobispo de Quito y primado del Ecuador, Fausto Trávez, para iniciar acciones que conduzcan a una eventual apertura de la causa del cardenal Pablo Muñoz Vega.

La petición fue realizada en el 2013 y fue contestada desde Roma el 10 de diciembre pasado con el Nihil obstat, que significa ‘nada lo impide’ para el inicio de la causa.

Estos procesos empiezan cuando hay la intención de llevar a canonización a un fiel. La fase previa es la beatificación.

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“Primero se hace toda la investigación, se lo declara siervo de Dios. Luego beato y finalmente santo, se lo canoniza”, explicó el padre César Piechestein, portavoz de la Arquidiócesis de Guayaquil.

Muñoz Vega, un sacerdote jesuita que fue ordenado en 1933, fue el segundo ecuatoriano en acceder al rango de cardenal, que obtuvo en 1969 durante el pontificado de Paulo VI. Como tal participó en los cónclaves que eligieron a los papas Juan Pablo I y II.

Dos años antes de su nominación, en 1967, el sacerdote Muñoz Vega asumió como arzobispo de Quito y primado de la Iglesia católica en el país.

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Los jesuitas del Ecuador indican en su página de internet que Muñoz Vega, como jefe de la Iglesia, “siempre tuvo una palabra de autoridad, oportuna y clara, en defensa del pueblo ecuatoriano y de la concordia de todos los sectores”.

La canonización actualmente es un acto reservado exclusivamente a la autoridad pontificia de Roma. Pero –sin dejar de ser de competencia exclusiva del papa– al acto de la canonización precede un largo proceso judicial, que puede durar algunos años.

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Con la canonización de un fiel, se autoriza al pueblo católico la veneración del nuevo santo de acuerdo con las normas litúrgicas católicas establecidas. (I)