Reconocer la existencia de las culturas, no solo indígenas y originarias de los pueblos, también las de género y de generaciones, evitaría la confrontación humana y el diálogo entre ellas. Originaría múltiples soluciones a los problemas económicos, sociales, culturales, de gobierno, entre otros, que tiene la humanidad, según Milton Cáceres, uno de los creadores de la Escuela de Educación y Cultura Andina (ECCA) en 1992, la cual se cerró el pasado viernes.

Según Cáceres la miopía de la universidad en general y el recelo de enfrentar nuevos desafíos sociales es la causa de esta clausura, ya que en la actualidad la formación académica unifica el conocimiento en una sola verdad, desconociendo los saberes ancestrales y su relación con la biodiversidad que propone la naturaleza.

“...Si se abriera a la posibilidad de sistematizar el conocimiento a base de la suma de otros saberes, el conocimiento sería más amplio y universal”, sostiene el académico. Esta propuesta fue el eje del centro desde que se creó en el seno de la Ecuarunari, a base de la escuela Eugenio Chuji, que tenía un pénsum para formar gente con conciencia social y cultural.

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Cecilia Andrade, coordinadora de la ECCA, dijo que la propuesta andina tiene varios ejes como la ética, la organización social, la cósmica y la del manejo de la naturaleza; por eso se convirtió en una propuesta alternativa.

“La interculturalidad no es sectaria, es inclusiva y dialogante, importante para construir un saber que no sea impuesto ni colonizador de los saberes y culturas de los pueblos indígenas, negros, mestizos, jóvenes y mujeres”, insistió.

La ECCA tenía dos carreras: Licenciatura en Educación Intercultural y de Desarrollo Regional Intercultural. Graduó a más de ocho promociones, con un 85% de estudiantes del austro del país. (F).