Este coloso que se ubica en la llamada cordillera Real de los Andes ecuatorianos y sobrepasa los 5.000 metros de altura, por diferentes motivos siempre despierta la curiosidad de la comunidad nacional e internacional.

Según muchos estudiosos, su nombre es shuar y Tungura en esa lengua significa diablo. En cambio, desde tiempos inmemoriales el Tungurahua es una caverna del diablo y por eso echa de manera constante fuego y humo de sus entrañas, sostienen los shuares.

Entre los indígenas e incluso mestizos de las provincias de Tungurahua y Chimborazo está arraigada la creencia de que el volcán es una vieja deidad, esposa del nevado Chimborazo. Por eso la llaman aún Mama Tungurahua, designándola como personaje femenino.

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En resumen, el volcán Tungurahua es un demonio malévolo e infernal para incontables nativos de la Amazonía; para los indígenas tungurahuenses y chimboracenses es una diosa, pero que castiga a las criaturas de sus dominios –cuando está con coraje– con el estiércol de sus evacuaciones eruptivas. (I)