Por Isabel Aguilar Jara

Cuando se está al otro lado del mapa, las noticias del resto de continentes llegan en forma narrativa, audios, links e imágenes limitadas. Esta semana, dos países europeos y un africano, me contaron sus realidades a través de fotogramas. Me destruyeron.

Acomodé mi cuerpo en el asiento para ver la cinta suiza Unlikely Heroes de Peter Luisi, y me desacomodé a causa de los 94 minutos seguidos de risa y llanto. Una mujer sola, que busca la aprobación de la sociedad y acaba aprendiendo de un grupo de migrantes refugiados, a los que esta misma sociedad discrimina. Personajes maravillosos, humor del más fino, y lo imperecedero: saber llegar. Da espacio a la indignación, a querer sentirse un héroe más y decir en una reunión, “yo vi una película que...”.

Publicidad

Las palabras sobran para Charlie’s Country del australiano Rolf De Heer. Se trata quizá del cine independiente que está en la expectativa de cualquier imaginario. La fotografía que pone a trabajar a los pulmones, la contemplación, la banda sonora, el diálogo sencillo y devastador, la vida que no usa maquillaje.

Quizá el filme de Etiopía, Difret, de Zeresenay Mehari, fue un poco más predecible. Pero nadie me quita de la cabeza que si el músculo del lado izquierdo trabaja, es porque el creador hace cine, mas no practica un hobby. Reflejar situaciones que parecen simples, como una problemática actual, hace al espectador sentir que el arte no solo tiene el poder de ser (bello, feo, eso es subjetivo), sino que también goza de la potestad de transgredir y delatar con fines de lucha, búsqueda, y sensibilización sobre todo.

Hoy se conocerá el largometraje internacional ganador. Lo natural sería que se lo lleve Europa o África. Sentiría la misma indignación que los directores tuvieron para crear estas cintas tan sublimes, si este no fuera el caso.