El nuevo Centro Magdala, a orillas del Mar de Tiberíades y desarrollado por un grupo de creyentes mexicanos, trata de rescatar el pasado judeo-cristiano de una aldea de origen milenario estrechamente ligada a los evangelios.

La ciudad de María Magdalena, la mujer de quien Jesús arrojó siete demonios y posteriormente fue su más fiel discípula, aquella a la que –de acuerdo con el relato bíblico– Cristo regresó tras obrar el milagro de los panes y los peces, ha recuperado parte del esplendor que tuvo como la principal urbe de la zona en el siglo I.

El proyecto, financiado con donaciones de todo el mundo, convertirá el lugar en un imponente complejo dotado con un hotel con capacidad para 300 peregrinos, un panteón para el encuentro ecuménico, un centro multimedia que divulgará el mensaje de Cristo, todo ello junto a yacimientos arqueológicos coetáneos de Jesús.

Publicidad

“Cuando llegué aquí hace nueve años me di cuenta de que Jesús dedicó gran parte de su vida a predicar y estar con el pueblo, y que este aspecto no estaba suficientemente explotado en Tierra Santa”, dijo a Efe el responsable de la iniciativa, el padre Juan María Solana, natural de Puebla, México.

El sacerdote de los Legionarios de Cristo, que lleva a cabo su labor a caballo entre Jerusalén y Magdala, confiesa que desde el comienzo quiso “subrayar el aspecto de la predicación, y esto lo ejemplificamos en el bote de Pedro a quien Jesús dijo: Rema mar adentro” (Duc in altum), insignia del principal centro de espiritualidad del complejo que será inaugurado en enero.

En el 2004, el papa Juan Pablo II encomendó a los legionarios la misión de reconstrucción, que nació en la víspera de que falleciera el pontífice y fue posteriormente respaldada por Benedicto XVI, que bendijo la primera piedra durante su visita a la región el 2009.

Publicidad

El descubrimiento hace cinco años de una sinagoga que se remonta al primer siglo de la era cristiana, junto a la que se encontraron restos de viviendas con baños litúrgicos judíos, un mercado para la venta y salazón del pescado, y un puerto, son solo algunos ejemplos de la oferta turística y religiosa del vasto complejo.