Todo era ilícito, sin controles, camuflado, en condiciones insalubres. Tres campesinos que ganaban $ 120 quincenales se encargaban de producir una docena de productos naturales, ya sea en cápsulas, pastillas, jarabes, polvos. Las pastillas, por ejemplo, se elaboraban por cientos con los mismos ingredientes: cal, maicena, polvo de tiza, cemento. Para diferenciarlas como productos las bañaban con colorantes y, sobre todo, con Bondex, un material de construcción de variado color usado para pegar cerámica.

El seudolaboratorio era una vetusta casa de campo, en una finca del recinto San Pedro, cantón Valencia, en Los Ríos. Para envasar el extracto del noni, fruta que aumenta las defensas del cuerpo, se sacaba el jugo en sacos de yute, sucios, colgados de árboles; luego, el líquido, recogido en un balde, se lo mezclaba con agua de panela.

Se usaban, además, vitaminas de exclusivo uso veterinario para fabricar jarabes, mezclados con colorantes y saborizantes, según el capitán Washington Chugá, jefe de la UPC de Valencia y quien comandó el operativo de desmantelamiento de la ilegal fábrica, hace diez días. “Es un atentado contra la salud”, refiere el uniformado.

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Y ese atentado se consumaba al envasar los productos falsos en frascos con adhesivos que no solo tenían el nombre sino un número de registro sanitario; descripción de la enfermedad por curar, atribuida al remedio; la dosificación y hasta un logotipo “Mucho mejor si es hecho en Ecuador”, de la campaña que estimula el consumo de productos nacionales. En la mayoría de envases se hacía constar como producto elaborado por el laboratorio Nature’s Pharma y como químico responsable se citaba a Jorge Jara.

“Sea feliz y haga feliz a su pareja. Erectol Plus, reconstituyente sexual”, se lee en un frasco, cuya sustancia estaba constituida –según la investigación policial– por agua de panela y colorantes.

Para transportar los remedios se habían elaborado cartones con el nombre Nescafé. Se comercializaban en locales de Los Ríos y Guayas. “Cada semana iba un cargamento a Guayaquil”, señala el capitán Chugá.

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Este hallazgo deja en evidencia la falsificación y venta sin control de diversos tipos de medicina natural. Chugá expone sus temores: “Puede haber muchos de estos laboratorios clandestinos en otras localidades”. Eso lo corroboran dueños de locales de venta de estos productos y laboratoristas de Quevedo y Guayaquil.

Manuel Villacreces es dueño del almacén Natuvida, de Quevedo, y vicepresidente de una asociación de expendedores. Indica que siempre llegan a su negocio vendedores que ofrecen productos de dudosa procedencia, pero –asegura– él no los compra. No obstante, en sus estanterías se aprecian frascos de achochilla, de esos incautados en el laboratorio de San Pedro. “Tengo que salir de ese producto porque invertí”, cita.

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Refiere que semanas atrás llegó un vendedor y le ofreció los frascos con precios por debajo de lo normal en un 15%. “Tenían registro sanitario y estaba bien presentado”. Aclara que él prefiere adquirir de laboratorios conocidos como Fitoterapia, Lapronac, Natu Alfa, Proland.

Fernando Espinoza Alvarado, de laboratorios Sifal, señala que donde más se falsifica es en Guayaquil. Indica que una de las marcas adulteradas es Mason, de medicamentos naturales fabricados en EE.UU. “No tengo pruebas, pero le doy firmado y apostado que allá lo hacen”. ¿Quiénes lo comercializan? Algunos negocios ubicados en la Bahía, en el Mercado Central, informales que se suben en los buses urbanos. Un vendedor de la Bahía señala que la mercadería la recibe de un laboratorio, aunque no da nombres ni otros detalles.

Espinoza asegura que uno de sus productos había sido falsificado en Guayaquil: el jarabe Apetitol. Pero él tampoco está libre de acusaciones. Olga Baque, comisaria municipal de Quevedo, cuenta que en mayo pasado clausuró en esa ciudad a Sifal, por producir medicamentos sin registro sanitario, en especial el desparasitante Purgaindio. Una disposición del área de Epidemiología del hospital local levantó la clausura.

En las radios de Los Ríos, la propaganda de remedios naturales se repite a cada instante y la mayoría señala como “un producto Sifal”. Se aconseja usar un colirio que “quita la carnosidad, el pterigion, devuelve la vista, por tan solo $ 8”. Espinoza dice que no produce, solo distribuye. Esos productos carecen de registro sanitario. “Es que están en trámite y el laboratorio Izquieta Pérez demora en legalizar”, agrega.

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Se publicita que los compuestos ofrecen cura para todo mal. Hay para la disfunción eréctil, regeneración de células, problemas biliares, hepáticos, para el cerebro. Unos son fabricados en Ecuador, otros en Perú, Colombia, EE.UU. o China. Nadie garantiza su autenticidad. “Mucho tiene que ver la misma gente, que por ahorrar compra lo que sea”, señala Villacreces.

En el caso del desmantelado laboratorio de San Pedro, los tres campesinos apresados en el operativo salieron libres al siguiente día. La fiscal de Valencia, Flor Ferrín, señala que eran “simples obreros”. Aclara que se investiga el delito contra la salud pública, tipificado en el artículo 428 del Código Penal y cuya pena dispone prisión de hasta un año. Pero no existen sospechas de autores.

Las autoridades sanitarias en este caso nada han hecho. La directora de Salud de Los Ríos, Jessenia Ospina, indica el jueves 18 que no conoce el caso. “La Policía debería avisarnos”.

Jorge Jara, de Nature’s Pharma, señala que los falsificadores usaron su nombre, su marca y registro. Aclara que tiene 20 años en el mercado, fabrica bajo pedido y entrega en Guayaquil a la distribuidora Selva Esmeralda. “Trabajé para multinacionales. La falsificación es un negocio que mueve millones de dólares. Debe haber control de los comisarios de salud. Sabemos que hay laboratorios fantasmas, en Daule descubrieron uno hace tres meses”, cita.

Jara y Villacreces dicen que la gente debe comprar solo productos con registro sanitario.