El estudio neuro fisiológico demuestra si los lóbulos prefrontales y frontales del cerebro humano han alcanzado su plena madurez, que haga permisible el control de impulsos y emociones primitivas.


Existe una subcultura de violencia en nuestra sociedad civil, que está condicionada por eventos concurrentes:

1.- Exposición excesiva en los medios de comunicación de crímenes, femicidios, violencia, que condicionan patrones conductuales agresivos a la población. 2.- Pérdida de los valores morales por una educación deficiente. 3.- Descontrol de padres en la conducta de sus hijos, que incluso tienen actitud desafiante ante la autoridad. 4.- Agresividad, malos ejemplos, conducta asocial de los organismos del Estado que reemplazan a los modelos de respeto, servicio, tolerancia, educación. 5.- Condiciones tóxicas del alcohol y las drogas que inducen cambios negativos en la conducta del consumidor.

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Un grupo de científicos y académicos, como N. Halaris y E. Musk, en una reunión reciente de alto nivel internacional, expresa su preocupación por los riesgos ocasionados de la dependencia a la tecnología e informática, en la que una mayor cantidad de personas están padeciendo enfermedades nuevas que se desarrollan en forma secundaria. Un “Estudio de mapeo cerebral espectral cuantitativo en pacientes con conducta agresiva” que hice y fue presentado en el XXIV Congreso Argentino de Neuropsiquiatria y Neurociencias Cognitivas, en Buenos Aires, en septiembre de 2022 y recibió múltiples comentarios positivos de los asistentes, verifica que el cerebro humano en los últimos 15 años ha disminuido los porcentajes de la actividad eléctrica Alpha durante la vigilia, la cual tiene importancia en la eficiencia del funcionamiento de la conducta humana, especialmente en las regiones prefrontales y frontales del cerebro. Estas regiones son el asiento estructural y funcional de la conducta, como lo son las emociones positivas de amistad, altruismo, amor, patriotismo, empatía, etc. Esta capacidad funcional fue adquirida por el ser humano en el largo camino de la evolución, pero su debilitamiento transforma al individuo en un ente asocial, en el que dominan conductas instintivas, entre estas la agresiva, sin inhibición. Por ello resalta en los crímenes ninguna conducta de arrepentimiento por parte de quien los comete, incluso cuando ataca en su propio medio intrafamiliar. ¿Será posible que a una sociedad como la nuestra se le conceda la posibilidad de portar armas para que ‘pueda defenderse’? ¿No será peor la medicina que la llaga? Un ejemplo sencillo es la capacidad de conducir vehículos, en la que un porcentaje alto de ciudadanos, a manera de mal hábito, maneja en las calles y carreteras rompiendo las normas de respeto, haciendo señas obscenas e insultando a quienes observan su mala conducta. Solo un estudio profundo de antecedentes civiles y penales, además de un estudio científico que demuestre la estabilidad de las emociones, será garantía para que las personas puedan optar a un permiso de portar armas. La exclusión está dada para gentes con conducta psicopática, antecedentes de atentados suicidas, psicóticos, trastornos bipolares y cuadros involutivos del tipo de las demencias, epilepsias, etc. Además, debe realizarse un estudio neurofisiológico que demuestre que los lóbulos prefrontales y frontales han alcanzado plena madurez que haga permisible el control de sus impulsos y de sus emociones primitivas. (O)

Pedro Benjamín Posligua Balseca, doctor en Neurosiquiatría, Guayaquil