Existen diferencias entre obras públicas y privadas. Los inversionistas privados siempre aseguran todos los aspectos de la factibilidad para la ejecución de sus proyectos, mientras que los inversionistas públicos en general no lo hacen con igual rigurosidad, y eso explica no solo la diferencia de costos (aplicando y sin aplicar la LOSNCP o Ley Orgánica del Sistema Nacional de Contratación Pública en Ecuador), sino también la diferencia en calidad y tiempo de ejecución de los proyectos, referidos al cumplimiento de códigos y normas de calidad para construcción, operación y mantenimiento, como las ISO 900.

Ambas, obras privadas y públicas, requieren tener: a) los fondos garantizados para ese propósito; b) que los diseños hayan sido exhaustivamente fiscalizados para minimizar la ocurrencia de imprevistos y paralizaciones de obra. Para las obras privadas se recurre a fideicomisos y para las obras públicas se recurre a partidas emitidas por la máxima autoridad institucional, según la disponibilidad presupuestaria respectiva, los que sí provienen de convenios de préstamos externos, dependen además del cumplimiento institucional de las condiciones estipuladas en dichos instrumentos; que, en caso de incumplimiento, impedirá los desembolsos de la entidad crediticia hacia la institución contratante suscriptora del mismo, que impedirá pagar las planillas a los contratistas, pudiendo esto paralizar el proceso constructivo; c) que los terrenos destinados para construir esas obras no tengan impedimento para construir en estos. Considerando un hospital público y otro privado, con iguales especificaciones técnicas, ambos deberían ser construidos y equipados dentro de plazos similares con materiales de igual costo y calidad. Sin embargo, la construcción del hospital público costará y tardará más, usando materiales de igual calidad mínima. Existiendo la posibilidad de corrupción y coimas en ambos procesos, el control y sentido de pertenencia prevalecientes en las obras privadas es la vacuna contra las ‘vacunas’. (O)

Hugo Landívar Armendáriz, ingeniero civil, Guayaquil