Con tristeza hay que reconocer que el país es un Estado fallido, una democracia de papel, donde los delincuentes nos asesinan, roban y extorsionan, y los políticos que manejan el Estado son indiferentes con el resto de ecuatorianos condenados a vivir con zozobra. Pero lo más indignante es una “justicia” que libera delincuentes, una Asamblea que vive solo para sus intereses, y un presidente de la República que ha dado muestras de incapacidad para superar los graves problemas, incumpliendo sus promesas.

Señor Lasso, póngase los pantalones, decrete la muerte cruzada, no es negocio a largo plazo como un banco, la patria necesita decisiones ahora, tendrá seis meses para demostrar que quiere dejar su nombre en la historia; usted no necesita la pensión vitalicia. La Asamblea se irá a la casa y no pasará nada, ese dinero que nos ahorramos se invertirá para mejorar escuelas, colegios y vías. Por decreto deberá declarar guerrilleros a los delincuentes y narcos. Que los asesinos, ladrones y extorsionadores no tienen los mismos derechos que las víctimas. Que de verdad controlen las cárceles. Que los sentenciados devuelvan lo robado. La misma tecnología que escuchó a su cuñado, sirva para perseguir a jefes de criminales. Que las FF. AA. y Policía sean inimputables penalmente en el ejercicio de sus labores. Ningún juez podrá liberar a sentenciados o detenidos con armas o droga. Si no puede tomar estas decisiones debe renunciar y pedir disculpas al país. Estoy a punto de creer que los patriotas solo son un invento de los libros de historia. (O)

Julio César Navas Pazmiño, licenciado en Ciencias de la Educación, Guayaquil