En las elecciones en el 2021 los ecuatorianos optamos por una opción contraria a la que había gobernado el Ecuador los últimos 14 años; sin embargo, los últimos acontecimientos nos muestran que estamos frente al circo político de siempre, pero con tendencia ideológicamente distinta.

El presidente Guillermo Lasso en su última intervención en el cantón Balao, seguramente mal asesorado, utilizó un lenguaje chabacano nunca usado antes de ser candidato y como presidente, para ‘muchachear’ al alcalde de dicha ciudad, Jonnatan Molina, y resaltar sus falencias con el fin de ganarse el aplauso del pueblo. Cometió el desliz de insinuar que todo lo malo que le ha pasado al alcalde es por no pertenecer a CREO, que debía cambiarse a su partido oficialista. La reunión terminó sin soluciones concretas a los problemas de la inundación y de la movilización en Balao, golpeado por el invierno, con riesgos de repetirse; funcionó como un baño de popularidad del presidente y un regaño al alcalde por su ineficiencia. ¿Cómo es que ambos políticos pudieron regresar a sus casas y dormir tranquilos frente a la angustia de los habitantes de Balao?

Quiero un presidente diferente, en abril de 2021 creímos que habíamos elegido a alguien distinto, sensible a la realidad social del país; sin embargo, sus acciones han demostrado que se encuentra más preocupado de su imagen, popularidad, y movimiento político que dar soluciones a los problemas del país. Señor presidente, aléjese de ciertos asesores de imagen y de aduladores, trabaje por el desarrollo del país. No se preocupe de su popularidad, ego, es preferible que sea recordado como la persona que inició el cambio para bienestar de los ecuatorianos, no como un político más que pasó por la Presidencia sin trascender, y de los cuales está llena la galería de cuadros de presidentes, en Carondelet. (O)

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Santiago León Guarneros, empresario, Guayaquil