Edificio del Archivo Histórico del Guayas, en la avenida de Las Américas 1126 y Alberto Borges, Guayaquil.


Como un hecho de lo más triste y bochornoso que pueda ocurrirle a una comunidad civilizada debemos calificar la situación del Archivo Histórico del Guayas (AHG), relegado como una dependencia de tercer orden del Ministerio de Cultura y Patrimonio, y con más de diez años sin director titular.

Sin nadie que represente y vele por su digna existencia, ese sagrado recinto donde se preserva nuestra memoria histórica en valiosos repositorios que son las fuentes del conocimiento para investigadores, historiadores, analistas y todos quienes deseamos conocer los hechos y personas que forjaron la nación, corre el peligro de ser desalojado porque viejos litigios no resueltos entre exempleados y el Banco Central han determinado el embargo del predio, que nunca fue propiedad de nuestro Archivo. Dos arquitectos y un ingeniero civil ya cumplieron su visita oficial con una orden judicial para realizar la inspección y tomar medidas del espacio en el que funciona el Archivo Histórico del Guayas. Y nos preguntamos, ¿sabrán ellos que el valiosísimo fondo fotográfico del AHG demanda un área de temperatura especial para la preservación de esas joyas históricas? ¿Y que miles de documentos manuscritos deben permanecer debidamente climatizados para garantizar su perennidad? ¿Y que allí se guarda un fondo bibliográfico con obras de inmensa importancia para el estudio del pasado, todo lo cual, al declararse un embargo que implica el cierre del local, estaría en peligro de perderse? Y, ¿sabrán nuestro alcalde y sus autoridades de cultura la situación por la que atraviesa ese sagrado patrimonio? Tal vez, este sea el momento de sensibilizar criterios y despertar conciencias cívicas de aquellos que anteponiendo intereses personales, al fallecer Julio Estrada Ycaza y José Antonio Gómez (sus mayores defensores), le volvieron la espalda al AHG. Rescatar la institución, su autonomía, dotarla de local propio y presupuesto digno, preparar investigadores, salvar y difundir la memoria histórica de esta ciudad que necesita urgentemente conocer su proceso histórico y reforzar su identidad, es una urgencia que no podemos soslayar. (O)

Publicidad

Jenny Estrada Ruiz, historiadora, Guayaquil