La permanencia de las empresas como negocios en marcha o empresas activas depende del flujo de dinero que genera el cobro de las ventas de los bienes producidos con sus procesos de negocio: producción, logística, comercialización y administración. El proceso de producción no existe sin el pago de sueldos y salarios a funcionarios, empleados y trabajadores; pagos a proveedores de materias primas, insumos, materiales y servicios; pagos a proveedores de transporte para la distribución de los productos vendidos; pagos al personal responsable de la comercialización de los productos y gestiones administrativas de soporte: sueldos, impuestos y contribuciones, aportes al IESS, impuestos al SRI, contribuciones y tasas a la Superintendencia de Compañías, a los GAD, municipios, etcétera, pagos de intereses y capital a bancos por créditos solicitados para financiar el capital de trabajo.

Sin actividad económica, las empresas no cuentan con recursos para cumplir sus obligaciones, a menos que el Gobierno les provea fuentes de compensación de la liquidez perdida con financiación a largo plazo a tasas bajas. Sin las mencionadas facilidades, si las necesidades para cumplir con el pago al personal, IESS y SRI, etcétera, exceden la liquidez con que cuentan las empresas en sus cuentas bancarias, no les queda sino cesar los pagos y despedir a los trabajadores sin pagarles su liquidación; y, dependiendo del tiempo de inactividad y de las facilidades que ofrezca el Gobierno para reactivarlas, previo un análisis de costo/beneficio, decidir si continuar o declararse en quiebra, decisión que elimina el círculo virtuoso de su creación de riqueza: comercialización, producción, venta, cobros, compras de materias primas, insumos, servicios y pagos a ejecutivos, empleados, trabajadores, beneficios sociales, proveedores e impuestos y contribuciones. Este último escenario produce factores negativos que nos llevan al decrecimiento económico por pérdida de plazas de empleo fijos, disminución de la demanda de productos de consumo, pérdida de liquidez del sistema financiero, disminución de las reservas del Banco Central, pobreza y descontento social que presiona el uso de los fondos del presupuesto del Estado para paliar el sufrimiento de las masas empobrecidas que demandan principalmente alimentación y atención a la salud.

Es importante recordar que la liquidez de las empresas y ciudadanos constituye la liquidez de la economía, mantenida en depósito en cuentas en la banca privada que tiene la obligación de tener un porcentaje de ellos en el Banco Central del Ecuador en calidad de encaje bancario y contribuir con otro porcentaje al seguro de depósitos. El sistema financiero debe, además, cumplir su razón de ser: intermediario de las transacciones bancarias entre los depositantes e intermediario de los depósitos remanentes para dirigirlos a créditos para impulsar la actividad económica haciendo énfasis en una cuidadosa evaluación de la seriedad de los solicitantes, del propósito de lo solicitado y de la capacidad de pago en el tiempo pactado. Disminuir la liquidez de las personas y de las empresas es reducir la actividad económica al disminuir la demanda. Por estas razones, las contribuciones para la emergencia deberían ser focalizadas en las empresas en actividad para no agravar la situación económica de las empresas paralizadas y de las personas.

La prioridad del momento es asegurar el bienestar de la población facilitando alimentación y atención a la salud a los sectores de mayor pobreza, evitar el caos que pudiera originar el mayor desempleo, ofrecer liquidez a las empresas inactivas para cubrir remuneraciones y beneficios sociales de sus trabajadores durante su tiempo de inactividad mediante créditos de largo plazo a tasas subsidiadas y dos años de gracia, negociadas con el Fondo Monetario Internacional y las entidades multilaterales de crédito y a continuación preparar un plan de reactivación de largo plazo que con buena gobernabilidad dé confianza en el mediano plazo para alcanzar el equilibrio económico que lo lograremos si decidimos eliminar los orígenes del déficit fiscal y de balanza de pagos. (O)