La Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión presentó, a comienzos de este mes, un libro del sociólogo Iván Fernández Espinosa, Las clases sociales en el Ecuador; una aproximación (Ed. Casa de la Cultura, Quito, 2019).

El libro ofrece una visión de conjunto de la “pirámide social” del país, que permite al lector tener una idea de la conformación de su estructura, las clases que la integran y sus correspondientes fracciones, desde una aproximación cuantitativa producto de un trabajo serio de investigación, basado en cifras oficiales para el siglo XXI y en bibliografía seleccionada.

Anota el autor que “…las clases sociales son parte constitutiva de la sociedad, no son un invento de nadie, no dependen de ninguna ideología; la lucha de clases existe porque existen las clases sociales… Nadie puede ‘promover la lucha de clases’, porque no depende de la voluntad de los individuos… son leyes de la sociedad y de la naturaleza las que producen esos enfrentamientos o esos movimientos”.

En su opinión, apunta a conocer el perfil interno de las clases sociales; de dónde emergen; cómo se constituyen; cuáles son sus intereses; y, las relaciones que establecen con el poder político y qué es lo que define sus niveles de pugna.

Tiene interés en conocer las diferencias entre las que denomina burguesías, la ecuatoriana, la colombiana y la peruana, por ejemplo. Asimismo, ¿por qué es diferente el denominado proletariado ecuatoriano del boliviano o del argentino? ¿Cómo se conforman las clases medias y cuál es el rol que cumplen en la sociedad? ¿Qué es el ‘subproletariado’? ¿Por qué sobreviven el artesanado y el campesinado? ¿Dónde se ubican las nacionalidades y pueblos indígenas en la estructura de clases? En fin, estas y otras preguntas procura responder en el estudio comentado.

Preguntas interesantes que, bajo la lógica de su particular análisis del tema y la metodología utilizada, revelarán que el modelo primario –exportador o extractivista– vigente es la matriz económico-social y cultural de la cual emerge esa estructura de clases que se modifica según se desarrolla el capitalismo ecuatoriano.

Los principales cambios en la estructura de clases del Ecuador serían, en primer lugar, la aparición y desarrollo, en las dos últimas décadas, de una poderosa burguesía o “gran burguesía” asociada en los denominados “grupos económicos” que, según el catastro del SRI, pasaron de 17 en el año 2007, a 125 en el 2015 y a 215 en el 2017.

Se trataría de una élite económica que controla negocios en diversos sectores productivos. Algunos de estos grupos poseen decenas de empresas y pasan de ser grupos familiares a sociedades anónimas, entre los que habría una asociación nacional. En el estudio consta una lista de los 100 principales grupos nacionales en el periodo.

Otro cambio importante es que la clase terrateniente tradicional de la Sierra, sustentada en el sistema de hacienda y en el trabajo indígena de servidumbre, prácticamente ha desaparecido y ha sido sustituida –según el autor– por una burguesía agraria que controla la propiedad para empresas agro-alimentarias (ganadería, industrias lácteas y de alimentos), particularmente para abastecer la demanda de las ciudades, dado el acelerado proceso de urbanización y su causa, las dos reformas agrarias (1964 y 1974), las grandes movilizaciones de indígenas huasipungueros y la modernización agraria.

Se mantienen, asimismo, fortalecidas las fracciones de la burguesía primario exportadora, la burguesía financiera, la burguesía comercial – importadora, la burguesía industrial, de los servicios y el transporte, de la construcción. Junto a estas fracciones también está la “pequeña burguesía”, integrada por medianos y pequeños propietarios de negocios en el sector urbano y rural (Pymes por ejemplo). En conjunto, el 4% de la PEA conforma la “clase alta”.

Las clases medias, identificadas por las funciones intermedias que cumplen en la división social y técnica del trabajo y por sus ingresos, son actualmente casi el 20% de la PEA. Tuvieron auge durante los dos periodos de bonanza petrolera, de expansión de la estructura productiva y de crecimiento del Estado. Su principal mecanismo de ascenso fue el acceso a la educación en todos sus niveles.

La clase trabajadora conserva tendencias sociales de diferenciación entre el proletariado del sector moderno, un importante sector de “trabajadores por cuenta propia” que se ha desarrollado (27% de la PEA), el subproletariado, el artesanado y el campesinado dentro del cual están las nacionalidades y pueblos indígenas, montuvios y afroecuatorianos, aparte de otros asimilados al llamado “lumpen proletariado”, integrado por personas dedicadas a actividades ilegales (delincuencia organizada, traficantes, etcétera). En su conjunto la clase trabajadora representa el 76% de la PEA según las aproximaciones que hace con los datos del censo del 2010.

El análisis de este tema es siempre controversial en el marco de economías de mercado, por muchas razones. Estos sistemas tienen como objetivo la búsqueda del beneficio: para ello, diversos mecanismos lo han consolidado, entre ellos las sucesivas revoluciones tecnológicas y el juego regular de mercados, que no es el caso de Ecuador. ¿Entre la ira y la esperanza?

Quizá la puesta en práctica de regulaciones apropiadas y el juego de un liberalismo-liberalismo, no de un corporativismo-liberalismo, como ha ocurrido, deben ser practicados. Quizá también la búsqueda de consensos diáfanos –condensados en planes interrelacionados, macro y socialmente– podría modular la conflictividad que generan las desigualdades que en Ecuador continúan siendo extremas. La corrupción es un factor de alta incidencia.

En conclusión, un buen aporte para el conocimiento y debate sobre una realidad que enfrenta claras dificultades para promover el desarrollo participativo. Para encontrar soluciones, más allá de diferencias ideológicas y más allá de “revoluciones de mercado”, que precipitaron los desequilibrios de la coyuntura. (O)

Las clases medias, identificadas por las funciones intermedias que cumplen en la división social y técnica del trabajo y por sus ingresos son actualmente casi el 20% de la PEA. Su principal mecanismo de ascenso fue el acceso a la educación en todos sus niveles.