Al igual que tú. De hecho, al igual que cada ser racional que deambula sobre la tierra (nótese: hablo, en un evidente acto de fe, de racionalidad en estos tiempos de idiotez generalizada). ¡Pero qué barbaridad!, dirá alguno. Si la fe solo ha traído guerras y ceguera. Ojo: esta es una opinión. Sin embargo, una que defendería Voltaire: “Detesto lo que dices, pero defendería hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Uno de nuestros dogmas contemporáneos. En este caso, ¿en quién tenemos fe, en Voltaire o en la existencia de la racionalidad o la dignidad? ¿En quién (o en qué) confiamos? Recordemos el origen de la palabra confiar: cum-fide (con-fe). Lo decía Cortázar en Rayuela: “Al final, como siempre, un acto de fe. Sigue siendo la mejor definición de hombre”. Y Chesterton: “A decir verdad solo hay dos clases de personas: las que aceptan los dogmas y lo saben, y las que aceptan los dogmas y no lo saben.”

Digo esto porque es lamentable escuchar las, en este contexto ilógicas o ilusas, censuras a un sacerdote cuando quiere dar su opinión. Se dice que es Estado “laico” y que por eso debería callar. Según esa lógica deberíamos dejar el “Estado” en manos de los vientos y las lluvias, ya que nadie con fe debería hablar. Algo no cuadra. Al igual que sería una locura que mañana cambie la Constitución (bueno, eso no sería una locura sino una tradición) y sea requisito que el presidente sea católico. Eso es un Estado confesional con el que no comulgamos.

Otra pregunta sería: ¿por qué no comulgamos con un Estado confesional? O ¿por qué un Estado debería defender la libertad de culto? Claro que todo eso nos llevaría a interminables e incontestables preguntas sobre qué es el ser humano, qué la libertad, la ética, y un larguísimo etcétera. Naturalmente, como testimonia la historia, haríamos (también) interminables actos de fe, de confianza en (también) interminables personajes: Voltaire, santo Tomás, Nietzsche, Rawls, por enumerar algunos. ¿Por qué está mal visto ser conservador, mientras que a la vez defendemos la larga tradición liberal?

Termino con dos citas de Habermas y Ratzinger recogidas en Dialéctica de la secularización, un diálogo que mantuvieron en el 2004 a propósito del Estado moderno. Una cátedra de apertura mental e interés por el bien común.

Habermas: “Los ciudadanos secularizados, en cuanto que actúan en su papel de ciudadanos del Estado, no pueden negar por principio a los conceptos religiosos su potencial de verdad, ni pueden negar a los conciudadanos creyentes su derecho a realizar aportaciones en lenguaje religioso a las discusiones públicas. Es más, una cultura liberal política puede incluso esperar de los ciudadanos secularizados que participen en los esfuerzos para traducir aportaciones importantes del lenguaje religioso a un lenguaje más asequible para el público general”.

Ratzinger: “Me parece que hoy es indispensable la dimensión intercultural para plantear la discusión sobre las cuestiones fundamentales acerca del hombre, que no se puede entablar pura y simplemente entre cristianos ni únicamente dentro de la tradición racionalista occidental”.

Confiamos en el Estado laico porque creemos en que los seres humanos son racionales y dignos y libres, y que, además, esa diversidad será un aporte para todos. (O)