Hace pocos días, el presidente Moreno inauguró la carretera Cuenca-Biblián, 42 kilómetros de varios carriles, que los pobladores recibieron con aplausos porque les ahorrará mucho tiempo. No es para menos: una excelente vía significa progreso y alienta el intercambio de personas y de su producción. Bien por ellos.

Hay una carencia que indigna: No existe una buena carretera que una los tres principales puertos del Ecuador: Guayaquil, Machala y Manta, vía Portoviejo. Para ir a Machala, uno se tarda tres horas para recorrer los 183 kilómetros. Hay trechos buenos y otros malos. El tránsito es lento y complejo, en solo dos carriles, de grandes camiones con carga valiosa: oro, banano, camarones, cacao, café, productos que exportamos y que son la fuente más importante de trabajo e ingreso de divisas. Por supuesto, el tránsito de personas que se mueven a diario para sus muy diversas actividades. No exagero si afirmo que tal vez sea la carretera más importante del país en cuanto a la enorme riqueza que circula. ¿Por qué el Gobierno anterior no construyó una buena carretera siendo que hizo muchas de menor importancia en cuanto a movilización de riqueza exportable? ¿Se dejó llevar, como en todo, por la antipatía y los celos que le tenía a las administraciones de los socialcristianos que el pueblo eligió para que administren los municipios de Guayaquil y Machala? ¿Le disgustaba que fueran exitosos y no quería apoyarlos? ¿Puso por encima del interés nacional sus sesgados sentimientos y sus odios? Recuerdo que el presidente que todo lo podía nunca tuvo gestos positivos de apoyo y que por el contrario tenía resentimientos con la ciudad en que nació. Que fue enemigo de sus empresarios, de sus medios de comunicación, de sus facilidades portuarias, que atrasó la solución de sus problemas como el dragado del río, el ensanchamiento del canal de navegación. Sus partidarios trataron siempre de negar la eficiencia de los alcaldes Nebot y Falquez, criticando las administraciones que no se rindieron ante el jefe y mantuvieron el carácter altivo de sus personas y de quienes representan. Lo cierto es que no tenemos una buena carretera de por lo menos seis carriles, que mejore el tránsito, que lo haga más seguro y más rápido, que la gente no muera en accidentes porque la vía es estrecha y los conductores desesperan por llegar a tiempo con su carga.

Lo mismo ocurre con la carretera que une a Guayaquil con Manta. Son más de tres horas de viaje y podrían ser menos. Desde Cascol hasta Portoviejo y Manta, el camino es malo, lleno de curvas peligrosas, de baches. En la provincia del Guayas, mejora porque está concesionado.

Esta puede ser la clave: la concesión. Recordemos que el puente Mendoza Avilés fue construido por COFIT, un consorcio de firmas italianas que ejecutó el proyecto de Recchi, uno de los mejores constructores del mundo. Un puente diseñado para soportar incólume el tránsito mucho más intenso del futuro. Se pagó con peaje durante siete años, tres antes del plazo de la concesión.

El presidente Moreno puede ser el estadista que necesitamos.(O)