Se dice así, en nuestro quichua españolizado, a una sopa aguada, en la que es más el caldo que las papas, que llena el plato sin alimentar y por extensión a cualquier cosa sin sustancia. Espero equivocarme, pero creo que la famosa consulta será un potaje chirle. Las preguntas no vendrán sobre nada sustancial ni definitivo. Habrá tal vez una recomposición del Consejo de Partición Ciudadana y Control Total, quizá se suprima la “enmienda” de la reelección indefinida y algún otro punto más orientado a dirimir las disputas de liderazgo dentro de Alianza PAIS que a reenrumbar el Estado.

Las razones de tanta trivialidad las encontramos en la composición misma del equipo de gobierno. No está integrado por personas con un auténtico deseo de cambio, sino por elementos reciclados del anterior régimen, entre los que se encuentran los resentidos con el trato despótico del caudillo y un conspicuo grupito de radicales disconformes con la deriva pragmatista que iba tomando el correísmo. Un ministro dijo, más o menos exactamente, que si querían capitalismo debían votar por los neoliberales. Y esto va quedando claro, no se alterará el rumbo, a lo más que se apuesta es a un relevo de líder y a un cambio de estilo. No hay nadie con las ideas claras y el carácter firme para emprender en un proyecto de gran envergadura, lo que se ve es que intentan ir tirando como sea, a ver si alcanzan a completar los cuatro años sin morir en el intento.

Donde se ve claro que vamos para allá mismo es en la política exterior. Un almuerzo con Donald Trump, en una ocasión nada apropiada para hablar de temas bilaterales, no significa mucho mientras agenciosamente se prepara la visita del presidente a Rusia. Consideren que este país que no ha vacilado en meter su mano armada en Siria, Ucrania, Moldova y el Cáucaso, resulta ahora un defensor acérrimo de la soberanía cuando se trata de Venezuela, gobernada por su grotesco aliado Maduro. Esto encaja perfecto con el hecho de que mientras el presidente Moreno expresó un cuestionamiento chuya a la tiranía venezolana, en cancillería se le salen por la tangente. A su vez, el nuevo ministro de Defensa recibe una condecoración bolivariana. ¿A qué jugamos? Entonces no esperemos una convocatoria a Asamblea Constituyente para enmendar de una vez todo. Tampoco se recurrirá a la muerte cruzada para neutralizar a un congreso inmanejable. He notado que bastante gente de todos los sectores políticos y sociales, entre ellos del Gobierno, “le han sabido” tener pavor a Correa y no quieren saber ni oler de urnas para confrontarlo, pues piensan que les barrerá en un proceso electoral. A este paso esto ocurrirá no dentro de mucho. Se está acabando la paciencia, la notable popularidad del presidente se erosionará rápidamente y entonces veremos si podemos detener una reelección indefinida.

Ah, y sírvase otro platito de locro chuya, pero este sí envenenado: la lucha contra la corrupción terminará con la condena de figuras de segunda, por delitos menores. (O)