Entre los tantos anacronismos que nos dejó el pasado gobierno de la autodenominada “revolución ciudadana”, está sin lugar a dudas el aspecto educativo.

Con la promulgación de la Ley Orgánica de Educación Intercultural y Bilingüe en el año 2010, se derogó el anterior sistema de calificaciones por trimestre y se implementó el sistema quimestral. Esta nueva forma de evaluación otorga una mayor importancia al proceso, es decir, lecciones, exposiciones, deberes, actuaciones en clases, aportes, etcétera. Todo esto equivale 8 puntos de la nota quimestral. El examen tiene solo una valoración de 2 puntos. Los alumnos aprueban el año con 7/10, por lo consiguiente si un estudiante realiza satisfactoriamente todas sus actividades procedimentales, tendrá una calificación de 8/10 y aprueba el año sin ningún inconveniente. Esta forma de evaluar ha sido implementada en los diez años de educación general básica y los tres de bachillerato. Sin embargo, cuando los jóvenes están a punto de incorporarse, burócratas de la Senescyt (Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación) hacen lo contrario: otorgan toda la valoración a un examen llamado “Ser Bachiller”, del cual depende todo su futuro. De no obtener una buena calificación, los estudiantes se quedan sin cupo en la universidad.

Trece años de estudios truncados por un examen de 160 preguntas que serán contestadas en 180 minutos (a un promedio de 67,5 segundos por respuesta). Los jóvenes deben hacer costosos y extenuantes cursos particulares fuera de su jornada de clases para afinar su velocidad, no su inteligencia. Un solo examen no puede determinar la idoneidad de un joven para cristalizar su sueño de estudiar una carrera universitaria. La profesión la debe elegir el estudiante, no un grupo de tecnócratas que desde las “alturas” pretenden imponer su omnímoda voluntad.

El presidente del Ecuador, Lenín Moreno, debe cumplir su palabra de revisar este anacrónico sistema de ingreso universitario, que lo único que ha traído es frustración e infortunio a nuestros jóvenes.(O)

Eddi Zavala Mendoza, licenciado, profesor; Daule