El fiscal general de los Estados Unidos anunció ayer el fin del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, conocido como DACA, por sus siglas en inglés.

En el 2012, el presidente Obama lo promulgó mediante un decreto ejecutivo, gracias al cual muchos jóvenes indocumentados, que llegaron a ese país cuando eran niños, pudieron obtener un permiso temporal de trabajo y conseguir una licencia de conducir. Los que están trabajando podrán permanecer en el país hasta el día en que expire su permiso de trabajo.

Sin embargo, no se aplicará hasta después de seis meses, si el Congreso –que es el único que puede cambiar el sistema migratorio– no encuentra una solución para regularizar la situación de alrededor de 800.000 jóvenes. Muchos congresistas republicanos coinciden con el pensamiento del presidente Trump.

Es probable que muchos de los llamados dreamers –soñadores, en español– sean latinoamericanos que verán truncado el sueño que llevó a sus padres a emigrar. Y es probable también que sus países de origen no estén preparados para recibirlos, lo cual podría convertir su sueño en pesadilla y como los personajes de una gran novela latinoamericana, sentirían que “el mundo es ancho y ajeno”.(O)