A los que no lo vivieron les cuento lo que fue el Grupo de Contadora. En 1983 México impulsó que los cuatro mayores Estados ribereños del Caribe, Colombia, Venezuela, Panamá y el proponente, establecieran una asociación especial para ayudar a la paz en Centroamérica, desgarrada entonces por las guerras civiles en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, que afectaban también al resto de países istmeños. El grupo, creado en la isla panameña de Contadora, obviaba la instancia de la OEA, en la cual toda iniciativa topaba con Estados Unidos, cuyos intereses se orientaban en función de la Guerra Fría. Si bien la paz definitiva no fue fruto directo del esfuerzo de Contadora, el definitivo acuerdo de Esquipulas debió mucho a sus iniciativas. En todo caso, se sentó el precedente de un grupo de Estados creado ad hoc para contribuir a solucionar problemas en otro país soberano, cuando los organismos internacionales más formales son incapaces de tomar decisiones eficaces.

Ha sido risible la actuación de la OEA en el caso de Venezuela, a pesar de la voluntariosa gestión de su secretario general Luis Almagro. Con el previsible pero vergonzoso apoyo de Ecuador, los países albinos lograron bloquear una declaración del organismo interamericano, en la que tibiamente se aludía a las gravísimas violaciones de derechos humanos por parte del régimen chavista. ¿Qué habría ocurrido si se lograba emitir tal documento? Nada. Era un mero saludo a la bandera del que la cúpula que gobierna en Caracas se habría reído. Mientras tanto, se asesina a diario a personas en marchas y otras manifestaciones, sin que se vislumbre que tales medidas debilitarán a la dictadura. Tampoco parece viable una insurrección militar, pues las fuerzas armadas parecen profundamente penetradas por redes de espionaje y de complicidades en delitos que van del megatráfico de drogas al simple carterismo.

¿Qué queda entonces? Tenemos la doctrina Betancourt, que considera moralmente forzoso el aislamiento de los regímenes que desconocen los derechos de sus ciudadanos y las instituciones republicanas. Esta tesis, creada por el presidente venezolano Rómulo Betancourt, preveía implementar estos procesos a través de la OEA, pero ante su inoperancia nos queda el ejemplo de Contadora: establecer un grupo operativo conformado por los países que más se interesan por la situación venezolana. A diferencia del Contadora original, esta nueva entidad incluiría a Estados Unidos. Argentina y México serían participantes forzosos. Panamá, Costa Rica y Perú, con gobiernos de claras credenciales republicanas también pueden ser invitados, y se podrán sumar todos aquellos países con regímenes de derecho. La acción no se debería limitar a declaraciones, sino que los Estados participantes deben estar dispuestos a pasar rápidamente a los hechos, entre los que pueden estar el aislamiento diplomático, cortar toda colaboración que no sea de carácter humanitario y la confiscación de bienes de los jerarcas de la dictadura. La prohibición de vuelos y de tráfico naval hacia Estados Unidos puede ser decisiva para cerrar el acceso al principal mercado de estupefacientes. Si en este intento se cuenta con Brasil y Colombia, la asfixia del chavismo podría sobrevenir en pocas semanas. (O)