El pasado martes, el estadio Atahualpa estaba lleno. Como otras veces, parte de los asistentes coreaba su grito contra el presidente, que el sonido de unas vuvuzelas trataba de opacar. En el público estaba el candidato opositor a la Presidencia de la República, Guillermo Lasso, con su esposa y su hijo, a quien algunos asistentes manifestaron su respaldo con su voz.

Al salir del lugar, Lasso, su familia y algunos miembros de su partido fueron agredidos por una turba, con piedras, palos, botellas y vuvuzelas. La oportuna intervención de la Policía los protegió y evitó consecuencias mayores.

El ministro de Seguridad ha pedido un informe a la Policía y rechazó el hecho de violencia. “Ecuador es una nación con una cultura de paz y no está acostumbrado a este tipo de eventos”, dijo, y tiene razón, por lo cual es aún más urgente identificar el origen de la agresión y a sus ejecutores, para la sanción correspondiente.

Estamos en periodo electoral, dos corrientes de pensamiento buscan el triunfo, pero en una democracia eso es motivo de diálogo y en ningún caso de violencia. Los palos y las piedras no son expresión de la voluntad del pueblo ecuatoriano, sí lo es el voto, que debemos respetar y defender. La violencia es una muestra de inseguridad, la confesión de que faltan argumentos y una provocación en la que no debemos caer. Ecuador es un país de personas respetuosas y pacíficas y eso es parte de nuestra identidad, no la perdamos.(O)