Existe reticencia para llamar fenómeno de El Niño, como antes se decía al proceso océano-atmosférico caracterizado principalmente por un calentamiento excesivo (más de 2 °C sobre el valor promedio histórico) del Pacífico tropical este.
El nombre fenómeno servía para diferenciarlo del proceso cíclico estacional que se denominaba corriente de El Niño, que ocurre asimismo en los meses de relajación de los vientos del SW (alisios), como una característica cíclica anual que ocurre usualmente en el lapso diciembre-abril. El efecto climático más notable es la intensificación de lluvias en la zona marino costera, al oeste de la cordillera de los Andes. Las condiciones opuestas a El Niño, es decir de temperaturas inferiores con alto desvío a dicho promedio, con vientos persistentes del SW (que caracterizan a la época seca, llamada verano en Ecuador) y que a falta de una denominación más certera se llamó La Niña, son parte del mismo proceso cíclico estacional océano-atmósfera; esta etapa de enfriamiento se presenta entre mayo y noviembre. Ahora los expertos hablan de un Niño Costero. El proceso climático que nos afecta siempre ha ocurrido en aguas costeras y el exceso de lluvias que trae causa daños en la costa continental, donde están viviendas y más instalaciones humanas. Esto, sin desconocer las zonificaciones hechas desde el punto de la investigación oceanográfica (El Niño II, III, IV...). El objeto del Estudio Regional del Fenómeno de El Niño (Erfen) fue pronosticar al menos con tres meses de anticipación la ocurrencia del fenómeno, con lo cual se podrían adoptar medidas precautorias. ¿Cuánto se ha avanzado en este cometido? Describir los valores de hechos observados parece bueno, pero más importante es anticipar los problemas. Sabemos que con menor o mayor persistencia las condiciones climáticas que estamos observando van a declinar con el cambio estacional. ¿Cuáles serán las condiciones climáticas del período seco que se aproxima, llámese La Niña o como sea?, es lo que debemos anticipar sin dejar de actuar en las emergencias y la remediación de los daños que estamos lamentando con El Niño actual. (O)
Luis G. Arriaga M., Guayaquil