Será blanca porque debe ser absolutamente pacífica, nada de apalear a legisladores ni de asaltar a la autoridad electoral. Los métodos deberán estar apegados a derecho, ningún funcionario destituirá a medio parlamento con una antojadiza interpretación de la ley. Y será revolución, porque es tal el desbarajuste, es tan monumental el maremágnum armado por el socialismo del siglo XXI que solo con cambios profundos e integrales prácticamente en todos los campos se podrá reestructurar la institucionalidad del Estado y la sociedad. Lo que se viene es mucho más que un cambio de gobierno.

Se ha dado un primer paso, decisivo, pero apenas un paso. Lo que se espera en las próximas semanas requerirá esfuerzo y entereza descomunales, porque los tenedores de la llave del gallinero de huevos de oro no la soltarán sin dar pelea... y desconocen absolutamente el fair play. Mas, a pesar de las dimensiones ciclópeas de esta batalla, es nada comparada con lo que habrá que enfrentar después. Desandar todo el laberinto jurídico, administrativo y la mentalidad de importantes sectores acostumbrados a succionar al Estado mientras este estaba turgente de petrodólares, son faenas que el solo pensarlas espanta.

Pero hay factores que alientan la esperanza. En primer lugar, hay un líder, con aspectos que en esta columna he cuestionado con firmeza y no me desdigo, lo que no me impide decir que tiene características que el Ecuador necesita. No es un “mal menor”, es una buena opción. A lo largo de estos cinco y más años que se ha mantenido en campaña ha demostrado ganas de llegar, firmeza y constancia, al fin y al cabo es un self made man que llegó donde está trabajando. No es un desconocido académico al que le “caerá” la Presidencia porque su rival es impresentable, no, se la ha ganado a pulso. Además, es tranquilo y de buenas maneras, refresca oírlo después de una década con un dique abierto inundando la nación con injurias y sarcasmos. Sonríe con facilidad, pero es serio, no canta ni baila... ya es hora de que los candidatos y los mismos mandatarios se enteren de que esto es una elección presidencial y no el concurso de Ecuador Tiene Talento. Sus ideas son liberales, se le presenta la oportunidad única de establecer con ellas verdaderas instituciones republicanas, ahora que la mayoría está decepcionada del socialismo. En lo ambiental se muestra abierto a la conservación con realismo. Ganó en casi todas las provincias con fuerte presencia indígena y lo apoyan importantes dirigentes de esas etnias, lo que favorecerá establecer un diálogo intercultural en lo cual los gobiernos de izquierda fracasaron. Y, como diría el recordado Sixto Durán-Ballén, sí ha administrado “la tienda de la esquina”, claro que en su caso la tiendita es un gran banco y, lo hemos dicho, no es lo mismo la gestión empresarial que la política, pero, si tamiza su experiencia gerencial para aplicar lo aplicable, estamos ante un estadista en ciernes. Esperemos que nos presente un equipo al nivel de la abrumadora tarea que se avecina. (O)