Lo peor de la Revolución Ciudadana y su caudillo ha sido su falta de humor, pretendían igualar la agudeza malévola de Bucaram, esa temible capacidad de apodar... terminaban riéndose por compromiso entre ellos. Otro creía que humor era contar “cachos viejos”, nadie se reía ni por compromiso. Esa incapacidad debe haberles hecho sufrir, ¡pobres! Entre sus gracias estuvo la de llamar “sufridores” a quienes criticábamos las magnas obras que han realizado y, supuestamente, sufríamos ante la evidencia de sus colosales realizaciones. No, quienes van a sufrir son millones de ecuatorianos de varias generaciones condenados a pagar mamotretos sobredimensionados, inútiles, carísimos, realizados con créditos de intereses usurarios y, lo que es peor e indiscutible, feos.

Pero, lo admito, ahora sí sufro y es por causa de la oposición. Era obvio que se iban a producir dos situaciones. Una, era inevitable una proliferación de microcandidatos, lo que ocurre en todas las elecciones del mundo. Y la otra es la ruptura entre una oposición de derecha y otra de izquierda. Intentar la unión entre estos dos sectores era inútil, empezando porque muchos de quienes ahora opositan desde visiones socialistas auparon al correísmo, incluso contribuyeron a crear la hidra de Montecristi en sus peores partes, en especial aquellas que consagran el hiperpresidencialismo que ha devenido en el autoritarismo que ahora sufrimos. Por supuesto que todo ser humano puede arrepentirse de sus hechos, pero ellos no han hecho un mea culpa creíble de sus errores conceptuales y pretenden machacar en ellos. Como digo, esto también se esperaba.

Lo que sí no se previó era la profunda ruptura dentro de la que podríamos denominar oposición de derecha, por falta de un mejor nombre. Este sector, dividido entre dos candidaturas, se ha encajonado en un enfrentamiento cada vez más virulento, que terminará por pasarles factura en votos. El Partido Social Cristiano extravió el ideario de Camilo Ponce hace como cuarenta años y se transformó en un movimiento populista, ofrecedor, circunstancialista, sus propuestas son afines a las del viejo CFP, rebaja por aquí, subsidio por allá. Por su lado el grupo de Guillermo Lasso tiene el mérito de haber trabajado sostenidamente desde hace seis años, haciendo la oposición más consistente. Incluso exhibe una relativa consistencia conceptual y programática. Se les felicita, pero no podemos olvidar que no entraron en un verdadero diálogo con otros sectores y actuaron como si dijeran “súbanse al cajón de mi camioneta, porque en la cabina ya estamos llenos, no hay más que conversar, ¡nos fuimos!”. Pueda que alguno de los dos llegue a la segunda vuelta para enfrentar al candidato de Correa, no está garantizado, lo que sí está es que lo hará en segundo lugar, con la difícil tarea de remontar por lo menos 25 puntos. Pero lo realmente preocupante es que el gobiernismo, dada la división de la oposición, logrará una cómoda mayoría en la Asamblea. En el puramente hipotético caso de que ganase un candidato opositor, Dios lo encuentre confesado, pues tendrá que bregar con un auténtico monstruo legislativo. (O)