En el año 2015 Ecuador tuvo un índice de actividad emprendedora temprana de 33,6%, la más alta de América Latina, según un estudio de Global Entrepreneurship Monitor, en el que participó la Escuela Politécnica del Litoral. Esto quiere decir que uno de cada tres adultos mayores de 18 años realizaron gestiones para iniciar un negocio o tuvieron un negocio de máximo 42 meses de duración.

La cifra mencionada no indica necesariamente que lo emprendido llegue a consolidarse y plantea una pregunta: ¿por qué lo que se inicia con la fuerza de una esperanza, no dura? Los expertos dan varias respuestas, entre ellas que los emprendimientos nacen como una necesidad al no encontrar otra fuente de trabajo o por buscar la oportunidad de ser independiente o aumentar los ingresos. La tasa de los que emprenden por necesidad se encuentra por encima del promedio para América Latina y el Caribe pero, en general, quienes inician un negocio, por estas razones, no siempre están preparados, no tienen asesoramiento adecuado, les falta innovación y carecen de capital suficiente.

No basta, entonces, ofrecer oportunidades de crédito para los emprendedores, haría falta ofrecerles también capacitación y acompañamiento hasta que logren consolidar lo iniciado. De esta manera, muchos de ellos lograrán incorporarse de forma permanente a la actividad económica del país. (O)