Estando a puertas de que se inicie el Hábitat III en Quito, muchos comienzan a hablar sobre tan importante evento, desconociendo la profundidad del impacto que puede tener no solo en la capital ecuatoriana, sino en el mundo. El Hábitat III es mucho más que una oportunidad para llenar hoteles y vender souvenirs. El mundo entero discutirá en nuestra capital la problemática de un planeta urbanizado, y nosotros deberíamos ser los primeros en sacar provecho del conocimiento que será expuesto frente a nuestros ojos.

Quizás el Hábitat III nos permita descubrir –o admitir sin vergüenza alguna– los aspectos que aún esperan ser atendidos en Quito, una ciudad que es víctima de su propio crecimiento. Irónicamente, la capital de los ecuatorianos, que además de ser el único distrito metropolitano del país es también la capital provincial de Pichincha, vive es una suerte de deriva. Cada uno de estos estratos públicos tiene una visión distinta de la ciudad; y en lugar de complementarse, esas visiones desentonan y entran en conflicto. Por su parte, el Gobierno Nacional está preocupado en gran parte en la nueva generación de infraestructura. En algunas ocasiones, dicha infraestructura rompe con el contexto de la ciudad. Tal situación está ocurriendo con la Plataforma Gubernamental de Gestión Financiera. Por primera vez en Quito se ha construido una edificación que rompe la condición geográfica del valle que contiene a la ciudad. Ya no se puede ver al Pichincha desde la avenida de los Shyris y desde la calle Japón. Quizás hemos confundido “monumentalidad” con “hipertrofia”.

Mientras, el Municipio Metropolitano sigue su gestión sin una visión global de la ciudad. Su rol se limita a disparar proyectos pequeños pero visibles, ajenos a su impacto en la escala urbana. Esto se da en gran parte por las limitadas posibilidades que tiene el Municipio, al ser un rehén político de quien debe desembolsar los fondos para el Metro de Quito. Una mala jugada que tiene consecuencias tanto en la gestión urbana como en la palestra política.

Quito cuenta con profesionales capacitados, que lamentablemente no tienen espacios para ser escuchados. Es una pena que un proyecto bien planteado como el ‘Metroférico’ sea descartado sin una profunda revisión de sus beneficios para la ciudad. Se trata de una propuesta realizada por profesionales y expertos universitarios, conocedores de la materia, que conecta al valle de Tumbaco con el parque La Carolina, sin invadir el espacio aéreo de ningún terreno privado, y que cuenta con inversión extranjera. Es un proyecto que carece de los conflictos provocados por los ‘Quitocables’ del Municipio Metropolitano, en el sector de El Condado.

Hay mucho que aprender de los expertos que nos visitarán la próxima semana. ¡Aprovechemos! Vienen muchas personas que buscan romper los esquemas para encontrar el bien común de los ciudadanos. Sería conveniente que les prestemos atención y que perdamos el miedo a las ideas nuevas; que nos atrevamos a escucharlas y a implementarlas. El Hábitat III es la oportunidad para que los organismos públicos dejen de hablar a la defensiva y escuchen sin prejuicio alguno tanto a nacionales como a extranjeros. (O)