“A finales de septiembre, la expresidenta de Argentina será condecorada por el Parlamento”, anunció la presidenta del Legislativo, Gabriela Rivadeneira.

Cristina Fernández de Kirchner recibirá la medalla Manuela Sáenz en reconocimiento a su liderazgo y a los cambios sociales que hizo en su país… María Soledad Vela recordó que la medalla se entrega a las líderes que se destacan en la historia de América Latina. “Es un reconocimiento importante para las mujeres. Cristina logró algunos cambios sociales en su país”, subrayó.

La noticia asombra por decir lo menos, dista mucho de ser un reconocimiento a las mujeres. El plural no nos engloba a todas, solo a aquellas que se sienten representadas por ella.

Nadie es perfecto y para quienes navegan en los mares turbulentos de la política es un verdadero desafío mantener los valores éticos. Un buen dirigente debe ser un experto en negociar con las fuerzas contrarias y tiene que lograr acuerdos que permitan gobernar un país. Pero los acuerdos no pasan por dinero pagado en coimas o prebendas a cambio de favores políticos, puestos o contratos.

Cuando en Argentina se realizan investigaciones que revelan un profundo entramado de corrupción, desvío de dinero y enriquecimiento ilícito en el gobierno por ella presidido, lo aconsejable, por un mínimo de prudencia, es esperar que la justicia se pronuncie.

¿Qué apuro hay en reconocer valores a funcionarios cuyas acciones están siendo cuestionadas con motivos más que aparentes?

Porque la corrupción, el desvío de dinero es también una forma de asesinato. La falta de recursos mata. El hambre mata, la falta de medicamentos apropiados mata, la falta de educación limita las aspiraciones personales, la falta de agua, luz, alcantarillado también mata. Muchos capitales que deberían ir a escuelas, hospitales, viviendas, atención a personas mayores se desvían en beneficio de unos pocos, que viven como reyes sin que les importe el bienestar de las inmensas mayorías que sobreviven expulsadas de la sociedad que luego las condena.

El mensaje que se da al otorgar reconocimientos más que cuestionables es: no importa cómo lo hagas y lo que hagas: el fin justifica los medios. Reflejo del dicho popular “no importa que robe con tal de que haga obra, total robar, roban todos”. Sumiendo en el descrédito más absoluto a la política y a los políticos, y a la función pública en particular.

Cuando la Asamblea otorga una distinción debería ser por votación unánime, de lo contrario no es la Asamblea sino un movimiento o un partido el que lo otorga.

Hechos que abonan al letargo moral en que vivimos. Si, más cerca nuestro, funcionarios observados por actos contrarios a la ética se convierten en autoridades que dan órdenes a subalternos, ¿a quién recurrir, en quién confiar? ¿Cómo cambiar esa realidad?

Romper las reglas de convivencia, abusar del poder, tener una justicia sumisa a la voluntad de quienes detentan el poder, puede condenarse en conversaciones, pero en el fondo crea callos morales que hacen que lo encontremos normal y que la ciudadanía mire hacia otro lado. Total, no se puede hacer nada.

Los políticos no deben olvidar que también son pedagogos. Sus actos enseñan para bien o para mal. Aunque no lo tengan presente. Son responsables de la salud moral de la ciudadanía. De la entereza o de la desidia de multitudes.(O)