Hace unos días me enteré por las noticias que unos científicos decían que Manta se había desplazado dos metros dentro del mar, por el terremoto del sábado 16 de abril de este año.

Para mi parecer, Guayaquil también se desplazaría hacia el sur, un poco sobre su eje, siguiendo las manecillas del reloj; el jardín de mi casa recibía el sol hasta el mediodía y luego la sombra del edificio lo cubría gradualmente hasta hacerla totalmente a las tres de la tarde. Desde el terremoto, mi jardín está soleado hasta que se pone el sol. Me imagino que en otros sitios habría ocurrido lo mismo, pero no le darían importancia. Este cambio de posición tal vez sea la causa de las rupturas de tuberías y de que calles y carreteras de asfalto –y aun de hormigón– se partan o se les hagan huecos sin causa aparente. Pero más que esto, me preocupan los cambios del clima, hay días tan nublados que parecen a los que se veían en la película la Tormenta perfecta, y otros con un sol tan abrasador que nos queman los brazos, la cabeza..., y nos obligan a beber mucho líquido. Como dije, me ha preocupado tanto que me puse a investigar la causa. En Nepal, por coincidencia en abril de 2015, se produjo un horrendo terremoto. Unos investigadores de la NASA descubrieron cambios en la atmósfera de Nepal que fueron producidos por emanaciones de energía que emitió la tierra durante el terremoto, que llegaron a la ionosfera y dieron los cambios que alteraron la capa defensiva de la Tierra. Hay personas que dicen que para el terremoto y también en dos o tres de las réplicas fuertes, vieron luces que salían del suelo y se dirigían al cielo. Me imagino que también fueron emanaciones de energía. Creo que estas alteraciones de la atmósfera han afectado a la mayoría de los seres humanos que vivimos en el Litoral ecuatoriano: alteraciones del sueño, cambio de conducta, especialmente en su forma agresiva, dolor de cabeza, mareos sin ser migraña, dificultad para respirar, especialmente por dolor en el pecho, en la mujer cambios menstruales, etcétera. He visto hasta a jóvenes dando traspiés al caminar a pesar de que su colesterol y presión arterial son normales. Creo que se estaría afectando el cerebro, corazón y aparato coclear. Hasta que nos adaptemos a estos cambios vale la pena investigar más al respecto, siendo nosotros los médicos, los más indicados para hacerlo. Para comenzar, considero que hombres, mujeres y con mayor razón los niños deben usar sombrero y sombrillas para protegerse del sol.(O)

Augusto Vizcaíno Ronquillo, doctor en Medicina, Guayaquil