Voy a referirme a un problema local de Quito, a pesar de que este es un diario nacional, porque este tema como lo demuestro compete a todo el país. Para comunicarse con la capital, el resto de provincias depende del aeropuerto de Tababela. Pero allí no están los centros político, económico y cultural de la ciudad, para ir a ellos forzosamente hay que pasar por el túnel Oswaldo Guayasamín que taladrando la colina de Wanwiltawa llega a la plaza Argentina. Es un paso de dos vías, insuficiente para drenar la enorme cantidad de vehículos que se desplazan entre el centro y los valles orientales, por lo que buena parte de su tiempo útil es limitado por incómodos “contraflujos”. Si a un vehículo se le pincha una llanta en medio del túnel, el país queda incomunicado, un viaje desde Cuenca o Guayaquil puede tomar tres horas porque no hay paso desde Tababela a Quito. ¿A cuántos de ustedes les ha pasado? Además, claro está, hay que pensar en la movilización de centenares de miles de personas desde los valles, imagino que ellos también han de tener derechos.

Una solución a este problema ha sido planteada por la administración municipal encabezada por Mauricio Rodas, a quien –como ya he dicho– no tengo el gusto de conocer. La idea es construir otro corredor de dos vías, no a través de la colina, sino circunvalándola con puentes. Podría funcionar. No se socializó debidamente la adjudicación de la obra y se la encargó a una entidad china, errores a no repetir en el futuro. El tiempo apremiaba y se inició la construcción de la “solución vial” que ha desatado una fuerte campaña de oposición. China o no, es una opción objetiva, sus cuestionadores le han opuesto teorías, sin presentar una alternativa viable en un plazo razonable. Todas ellas se refieren a un nuevo concepto de ciudad, que en mucho comparto, pero que tardará décadas en concretarse. Los trescientos mil habitantes de los valles y los cien mil quiteños que trabajan en ellos, más los viajeros frecuentes de todo el país, no tienen duda de que no se puede esperar para emprender una obra de esas características. Hay en el trayecto un pequeño asentamiento poblacional, pero debe ser reubicado con o sin viaducto, porque está en una ladera de alto riesgo.

Se dice, entre otros argumentos, que no se deben hacer obras que faciliten el tráfico de vehículos particulares, sino incrementar y mejorar el transporte público. De acuerdo, pero el tema no es la calidad ni la cantidad del transporte público, la inmensa mayoría de quienes se resisten a utilizarlo lo hacen por razones de seguridad. No quieren contribuir a descongestionar la ciudad, dejando como yapa su celular o cartera, tras soportar algún acoso sexual. Mientras ese problema nacional no se ataje, pierden el tiempo pensando que el transporte masivo contribuirá a descongestionar el casco urbano. Finalmente, la plaza Argentina no es un gran espacio verde, es poco utilizado y puede ser remplazado en terrenos aledaños de propiedad pública. (O)