Los países de América que han celebrado acuerdos de comercio con la Unión Europea, como México, Chile, Perú y Colombia, han logrado acceso preferencial a casi 500 millones de consumidores. Un mercado calificado por los especialistas como el mercado más grande e integrado a nivel mundial, y nuestro país aún tiene la oportunidad de captarlo si el Parlamento Europeo ratifica hasta el mes de diciembre de este año el Acuerdo Comercial Multipartes de Ecuador con la Unión Europea (UE).

Pero no solo es el corto tiempo que conspira contra el valioso objetivo. También están presentes adversas circunstancias generadas en el entorno nacional. Unas no buscadas y otras que sospechosamente irrumpieron. Se me ha dicho con fundamento, por ejemplo, que fue negativo el mensaje tácito que dejaron a las autoridades europeas los retrasos en las negociaciones imputables a nuestros negociadores, que incluso abandonaron las conversaciones multilaterales. A esto se sumó el continuo cambio de ministros, la falta de una robusta manifestación de apoyo al Acuerdo de parte del presidente, que permitió a otras autoridades, discursos contrarios a la conveniencia del mismo, incluidos los últimos del canciller Long.

Pero sin duda, ha sido y será determinante para la vigencia del Acuerdo Comercial con la Unión Europea el sometimiento del Estado ecuatoriano a la Cláusula Democrática que consta en el artículo 1 del convenio con Perú y Colombia, materia de adhesión: “Principios generales. El respeto de los principios democráticos y los derechos humanos fundamentales enunciados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como de los principios que sustentan el Estado de derecho, inspira las políticas internas e internacionales de las Partes. El respeto de dichos principios constituye un elemento esencial del presente Acuerdo.”

El tiempo aprieta, pues se requerirán dos meses para que el Parlamento Europeo ratifique el Acuerdo Comercial Multipartes de Ecuador con la Unión Europea (UE). Pero hasta el mes de octubre, debe efectuarse la firma de adhesión del Consejo Europeo al convenio. En los meses de julio y agosto no se mueve un papel en los despachos europeos por vacaciones. Es decir, la ratificación en diciembre es poco menos que imposible.

De darse el negativo evento, los efectos inmediatos y prácticos coincidirán con la finalización de las preferencias arancelarias, hasta que, en el mejor de los casos, dicho Parlamento resolviere nuevamente otorgarlas.

El acuerdo comercial, en riesgo de perderse para Ecuador, entró en vigencia con Perú y Colombia el 2013. Contempla liberar totalmente el comercio de productos industriales y de la pesca, durante diez  años (con la supresión de la mayoría de los aranceles en el momento de su entrada en vigor) y aumenta el acceso al mercado de productos agrícolas. También compromete el ámbito de la contratación pública, la inversión, derechos humanos, normas laborales y ambientales. En julio del 2014 concluyeron las negociaciones con Ecuador sobre su adhesión al acuerdo.

En la acuciante situación, las autoridades deben abandonar el lenguaje sibilino y manifestar una clara voluntad de lograr el cometido. Y, los “rostros ocultos”, contrarios al Acuerdo –algunos que en su momento se opusieron al TLC con Estados Unidos–, deben renunciar al rol de “quinta columna”. Las circunstancias de la economía lo exigen. (O)