“Tomar una posición sobre lo que es verdad no requiere que ustedes dejen a un lado su objetividad. De hecho, esa es la esencia del buen periodismo. Ha sido un honor y privilegio trabajar conjuntamente con ustedes para fortalecer nuestra democracia”. El pasado 30 de abril, Barack Obama asistió por octava y última vez a la cena anual de los reporteros que cubren noticias del Gobierno en la Casa Blanca, y agradeció su trabajo con estas palabras.

Fundada en 1914, la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca (WHCD) realiza esta tradicional cena desde 1920. En las últimas décadas hemos visto a los presidentes cómo exploran (con humor) los momentos más embarazosos de su gobierno. Ofrecen un discurso que se inicia de forma jocosa, hacen bromas sobre ellos mismos y otros políticos. Pero siempre, al final de su alocución, recalcan la verdadera razón de la reunión: celebrar la existencia de una prensa libre e independiente.

Este año, mientras escuchaba a Obama y lo que decía sobre el papel crucial de la prensa, no dejaba de pensar en mi Ecuador. Este 3 de mayo fue el Día Mundial de la Libertad de Prensa, y la Organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) dio a conocer un mapa de la libertad periodística a nivel global. Ecuador consta en la lista como el número 109 (siendo el número 1 el más libre). Inevitable hacer comparaciones. Vamos de mal en peor, tirando a nefasto, en cuanto a libertades.

Ya vimos que ni en momentos como el terremoto que acabamos de vivir se abandona la postura de censura contra la prensa independiente. Hasta un primer medio de comunicación, diario El Mercurio de Cuenca, fue denunciado ante la Superintendencia de la Información y Comunicación (Supercom). ¿Su gran pecado? haber puesto el titular ‘Gente pide agua; Correa sube el IVA’. ¿No vimos todos la cadena en la que se anunció el aumento del IVA, y también videos, en redes sociales y medios, de gente que pedía desesperadamente por agua? Entonces, ¿en Ecuador los medios son denunciados por informar la verdad?

Y vuelvo a la cena anual del presidente con los reporteros, y las palabras de Obama me retumban en la cabeza: “Aquí y fuera del país, periodistas como ustedes se comprometen en la tenaz búsqueda de la información para los ciudadanos y hacen que los líderes rindan cuentas, logrando así un gobierno para la gente. Y como un ciudadano de esta gran democracia, yo les agradezco por eso”.

Estados Unidos no es un país perfecto, pero por lo menos aún tenemos líderes que son conscientes de que deben trabajar junto a la prensa día a día, hombro a hombro, porque entienden que es una obligación democrática informar de sus políticas de gobierno. Que sus acciones y decisiones deben ser explicadas y justificadas, aun cuando los ciudadanos ni lo pidan. La misma prensa se encarga de eso también. Mientras en unos países se celebra a la prensa, en otros, como en Ecuador, se ataca, insulta, intimida y amenaza a los que con derecho ejercen la noble y valiente profesión del periodismo. Y sin embargo, “algunitos” se pasan repitiendo que nunca antes tuvimos tanta libertad. ¿Cuál libertad? ¡Cuál libertad! (O)