Muy complicado para Luiz Inácio Lula da Silva e incómodo para sus seguidores dentro y fuera de Brasil se presenta el futuro político, luego de ser llevado por la Policía a declarar en una investigación por corrupción. Él decidió enfrentar con discursos de tarima las gravísimas acusaciones de deshonestidad, mientras sus abogados lo defienden en los tribunales.
Lula ha dicho “que presentará batalla desde las calles a quienes quieran derrotarlo”, vestido de rojo y con la estrella de su partido en el pecho, y hasta soltó lágrimas mientras recordaba los logros sociales de su mandato, intentando tal vez que la gratitud popular influya en el ánimo de la Justicia. El Gobierno brasileño lo estaría apoyando.
Los abogados de Lula desestiman la imputación de ocultamiento de patrimonio y sostienen que el fiscal está impedido de acusarlo. Además prejuzgó antes de oírlo. Que Lula le presentó los documentos que desvirtuarían ser propietario de los inmuebles supuestamente ocultados.
La Fiscalía de Sao Paulo concretamente acusa a Lula de ocultar un lujoso departamento frente al mar de 215 metros cuadrados. La propiedad consta registrada a nombre de una empresa constructora, beneficiada con contratos del Estado que distribuyó sobornos para adjudicárselos. Se sospecha que el departamento es parte de los sobornos, pues la Fiscalía tiene información de que el expresidente y socio de la compañía constructora (a la fecha condenado a 16 años de prisión por soborno en el caso Lava Jato) entregó las llaves del departamento en persona a Lula. Ese empresario fue identificado como muy próximo a Lula y al resto de los políticos de Brasilia. Hoy, ha aceptado colaborar con la Justicia, declarando todo lo que sabe, a cambio de una posible reducción de pena.
La acusación incluye a la mujer de Lula, Marisa Leticia, y a su hijo mayor, Fabio Luis, y se sospecha del ocultamiento de otra propiedad. Y otros delitos:; estafa, falsedad ideológica, asociación ilícita y lavado.
Más fechorías ensombrecen a este mentor del Foro de Sao Paulo y que, como expresamos, sitúan en la incomodidad a sus seguidores, especialmente a los líderes de otras latitudes latinoamericanas. Aunque vivimos los tiempos del “todo vale”. Para los fiscales existen indicios “bastante significativos” de que Lula recibió beneficios de las cinco empresas implicadas en el caso Petrobras. Ellos han constatado que el Instituto Lula, presidido por el mismo Lula, recibió cerca de $ 5 millones en donaciones de esas empresas, que también le pagaron al expresidente $ 2,5 millones por dictar conferencias.
Petrobras no es el único ribete de corrupción que envuelve a Lula. En el 2005 algunos de sus ministros y jerarcas del Partido de los Trabajadores renunciaron, acusados de forjar una millonaria contabilidad ilegal para pagar a partidos y congresistas por su apoyo político.
En días venideros veremos si la habilidad y capacidad de llanto de Lula son suficientes para obtener la defensa del pueblo brasileño. Lo dudo. La Justicia ya comenzó a intervenir y marcará a esa clase de socialismo (¿asociación delictiva?) que nació con el Foro de Sao Paulo, se extendió parcialmente en Latinoamérica y progresivamente se disuelve en el ácido de la corrupción. Coincido con quien señaló: “Quien roba al Estado le roba más a los pobres que a los ricos”. (O)