Ya cansado de escuchar hablar, en medios de comunicación, a muchos representantes del Gobierno sobre la “legalidad” del método de introducción del paquete de enmiendas constitucionales, les pido que nos tomemos un momento para imaginar que todas las “legalidades” que han ocurrido a lo largo de la historia, ¿no mejor se hubieran suprimido o cambiado por unas más justas y humanas?

Empecemos: utilicemos ese “elíxir” mágico que se comercializaba como analgésico, o remedio para enfermedades, la heroína, como se hacía en 1898 cuando era distribuida por Bayer. Luego, no tardemos en buscar una pareja matrimonial para nuestra hija de 12 años, tal vez un muchacho de 14, como sucedía en la antigua Roma. Siguiendo con esos preceptos romanos, no nos deberíamos sorprender si más adelante en caso de que se encuentre a nuestra hija en adulterio, puede ser asesinada con su amante, por su marido. También nos podríamos beneficiar de mano de obra barata, adivinaron, trasladémonos al sur de Estados Unidos por el siglo XIX y busquemos esclavos para nuestros cultivos. Si nos molesta alguna vecina, tomemos las leyes del renacimiento y, condenadas como brujas, las quemamos en la hoguera. Si tenemos problemas con alguna raza o credo, los metemos al campo de concentración y si se repleta los mandamos a la cámara de gas y luego los cremamos. Y para que el fenómeno de El Niño no nos venga encima, ¿qué tal si sacrificamos una virgen para ver si así los dioses se apiadan de nosotros? Concluyendo que esta cultura por lo general ha sido dominada por una minoría que se ha aprovechado de medios de poder y coerción, no es aventurado suponer que estas dificultades no son inherentes a su esencia, sino que dependen de las imperfecciones de las formas de cultura desarrolladas hasta estos momentos. Así que, compañeros asambleístas, ¿qué tal si al menos permiten que el pueblo decida?, ya que todos seremos parte de la solución y estaremos complacidos de acatarla, sea cual sea el resultado.(O)

Francisco Andrés Ramírez Parrales, Guayaquil