Siempre insistir: los ecuatorianos debemos aprender a debatir, intercambiar opiniones con firmeza, pero estar dispuestos a oír otros puntos de vista. Pero para caminar en esa dirección, que nos es bastante desconocida, hay que partir de una base común de cifras. Si desde ahí tenemos discrepancias es muy difícil armar un edificio de diálogo coherente (por supuesto que el escoger las cifras, presentarlas, ya contiene un sesgo ideológico).
Veamos cifras sobre el Gobierno.
1) Según el Gobierno, su nivel de gasto corriente es razonable, 19% del PIB, debajo del promedio latinoamericano (tomo esta base de comparación porque el propio Gobierno le da mucha importancia). Pero esa cifra se refiere solo al Gobierno central, si ampliamos la mirada al conjunto del Estado, el llamado SPNF (Sector Público No Financiero), que incluye Seguridad Social, vemos una enorme diferencia: 29% del PIB (cifra del Banco Central en su Información Mensual), bastante arriba del promedio de los SPNF latinoamericanos.
2) Según el Gobierno, los impuestos (IVA, ICE, Impuesto a la Renta, aranceles) que pagamos los ciudadanos son bajos, 14% del PIB, también por debajo del promedio. Pero nuevamente si ampliamos la lupa y tomamos los llamados ingresos no petroleros del SPNF (se agregan prediales, aportes a la seguridad social, impuesto a la salida de divisas y tantas otras cosas), llegamos a 24% del PIB, encima del promedio.
3) Según el Gobierno, no gasta tanto y una parte sustancial son inversiones útiles. El gasto total del Estado ecuatoriano es 44% del PIB, una cifra enorme (entre las tres más elevadas del continente), 29% gasto corriente, 15% inversión. Ciertamente (el Gobierno tiene razón de insistir), el gasto corriente no debe ser denigrado: hay una parte buena y una mala. Pero asimismo todo gasto de inversión no es bueno, hay una parte que nada aporta a la sociedad. Sin duda, en el enorme 44% hay una parte importante que nada aporta.
4) Según el Gobierno, la deuda estatal (externa más interna) en 2014 era 25% del PIB, por debajo del promedio regional. Primer error: las cifras efectivas, incluyendo la venta anticipada de petróleo a la China, eran 30% (la deuda china obviamente debe incluirse, es como si su empresa le adelanta el sueldo de los dos próximos años, y le va reteniendo una parte de su sueldo cada mes, agregándole un interés por el adelanto, ¿usted diría que no está endeudado con la empresa?). Segundo problema: si vemos las cifras a mediados de 2015, la deuda está ya en 36% del PIB (en la parte alta del promedio, no estamos “entre los cinco menos endeudados”, sino exactamente lo contrario) y posiblemente en 2016 supere 40%. Tercer desafío, grave: somos el país cuya deuda más crece, 6 puntos del PIB cada año. Y cuarto, lo peor: destinamos al servicio (pago) anual de la deuda casi 6 puntos del PIB, casi más que educación y salud juntas.
Sin duda, a las cifras se las mira con los lentes ideológicos de cada uno, pero al menos debemos mirar una película más real … y no es en la propaganda gubernamental donde la encontraremos. (O)