Oí que profesionales de mediana edad están emigrando hacia otros países en busca de mejores oportunidades. De pronto, el rumor se materializó ante mí, veo dos casos cercanos de personas apenas sobre los cuarenta, es decir, en la edad de las realizaciones, que optaron por irse al Perú y a Centroamérica. Otros dos conocidos confiesan que ya han trasladado a Lima por lo menos la mitad de sus negocios. Me presentaron a alguien que tiene una organización dedicada a “asentar” en el país vecino a profesionales e inversionistas ecuatorianos... es que debe haber mercado. La muestra es incipiente y la dimensiono, pero no tengo duda de que algo de esto está pasando. Las lógicas explicaciones de los que amenazan con irse y de aquellos que efectivamente se fueron hacen verosímil la posibilidad de que haya otros que hicieron lo mismo o quieren hacerlo.

Hombres y mujeres con espíritu emprendedor que han alcanzado cargos directivos en empresas sueñan con la posibilidad de levantar algo propio. Algunos de esta casta ya manejan su empresa pequeña o mediana. Los ahoga la monstruosa tramitología, los acosan las autoridades laborales y tributarias, siempre sesgadas y desconfiadas. Aparecen leyes según las cuales su patrimonio familiar viene, a la cuenta, a ser garantía de sus negocios. La separación entre la persona jurídica que es la empresa y su propia individualidad se ha anulado, un traspié o un mal momento y pueden acabar en la cárcel. El esmirriado mercado de valores en el Ecuador no permite capitalizaciones por oferta pública, además se gravaron con impuestos las transacciones de acciones. Por lo general, esta categoría de migrantes tiene casa propia, pero cambiarla por una acorde con sus ilusiones, olvídenlo, el mordisco estatal a pretexto de la plusvalía se llevará la sala y varios cuartos. Y ni pensar en dejársela a los hijos, pues la herencia se gravará con uno de los impuestos más altos del mundo. Trabajar como ejecutivo en una gran empresa es el “plan B” de esta gente, pero sin inversiones nuevas, no se crean cargos de ese tipo, más bien se reducen y si no conseguiste uno antes de 2010, digamos, no busques que no hay. La pregunta que se hacen es ¿qué hago en un país así? Mejor me voy. En su nivel todavía es factible monetizar sus capitales, aguantan el 5 por ciento de impuesto a la salida de divisas, ¡eso más!, y se nos fueron.

La historia ha demostrado que los fenómenos migratorios siempre benefician al país receptor, mientras que castigan a los del emisor de los flujos. Los que se van son los audaces, los emprendedores, los creativos. Le pasó a España con la conquista de América, le pasó al Ecuador con la gran emigración del fin del siglo XX, en la que perdimos, en cambio, la flor de las clases populares, los mejores individuos. Esta emigración que se viene tendrá el agravante de que no solo se irán los caracteres más enérgicos, tenaces e imaginativos, sino también las mentes mejor formadas. Será una mortal hemorragia de talento. Nos robaron, justamente, la esperanza. (O)

Será una mortal hemorragia de talento. Nos robaron, justamente, la esperanza.