Francisco es el primer papa latinoamericano, por lo tanto, lo sentimos más cercano, más identificado con nuestros problemas. Estimo que su visita será más numerosa y calurosa, pues tendremos la presencia de miles de fieles católicos provenientes de países cercanos. Su pensamiento lleno de amor y ternura es escuchado por todos los hombres de buena voluntad que soñamos con un mundo lleno de comprensión y trabajo. Francisco posee un inmenso carisma. Que su presencia en Ecuador traiga sosiego espiritual y tranquilidad. Que nadie trate de sacar provecho político de su visita. Esta es una jornada de reflexión.

Para los católicos del mundo es un privilegio recibir la visita del máximo representante de la Iglesia en la Tierra. Hace más de tres décadas, nuestro país tuvo la inmensa alegría de acoger al papa Juan Pablo II; en lo personal, fue una linda e inolvidable experiencia observar directamente a tan distinguido personaje. Recuerdo que en esa época gobernaba al Ecuador el ingeniero León Febres-Cordero Ribadeneyra, polémico político de gran trayectoria. Fueron tres días de reflexión y oración por los más pobres. El discurso principal del papa fue dirigido al mandatario, para que atienda a ese segmento de conciudadanos que, tal como ahora, representan la mayoría de la población. Recuerdo vívidamente cómo en Guayaquil, en el Guasmo sur, Juan Pablo II era aclamado intensamente cuando decía que los amaba y el pueblo respondía frenéticamente: “Papa, no te vayas…, el Guasmo te ama”. Eran otros tiempos. Vivíamos bajo la promesa de pan, techo y empleo.

Ahora estamos “disfrutando” ocho años de la Revolución Ciudadana del siglo XXI, eslogan político que ni los conspicuos seguidores lo entienden. La visita del papa coincide con el punto más bajo de popularidad y aceptación de un gobierno desgastado por causa de sus propios errores. Quiera Dios que las muestras de rechazo al presidente Correa no empañen la estadía del papa. Ya habrá otras instancias y lugares para decirle NO. Espero que el mensaje de Francisco deje huellas profundas en el mandatario, que entienda que los ecuatorianos somos sus mandantes, que él simplemente es nuestro mandatario, es decir, encargado temporalmente de gobernarnos. Que entienda de una vez por todas que el Ecuador no es una hacienda y que no necesitamos un capataz, anhelamos tener un líder, un estadista, que una a los ecuatorianos, que no siembre odio entre ricos y pobres. Que merecemos respeto. Que entienda que nadie quiere sacarlo del poder, que no deseamos que se convierta en víctima, pues debe y tiene que culminar el periodo para el cual fue elegido y que finalmente se vaya a casa y pueda descansar.

Amigos lectores, les comento que hace pocos días, Chabelita, mi querida madre, que coincidentemente cumplirá 93 años de vida durante la visita papal, tuvo un sueño. Me comentó que el papa la visitó en su casa en la ciudadela La Garzota –Guayaquil–, ella lo recibió sorprendida y él le entregó muchos rosarios para que los repartiera entre la gente necesitada de amor y afecto. Y luego se retiró. Ella está emocionada y anhela verlo personalmente.

Que ese sueño se haga realidad. Que la unión entre ecuatorianos sea permanente. Bienvenido, amigo Francisco, te queremos mucho. Que tu mensaje haga cambiar al prepotente por un ser humano más sencillo. (O)