En septiembre del año 2000, en Nueva York, se realizó la reunión conocida como Cumbre del Milenio. En ella los representantes de 189 estados firmaron un documento denominado Declaración del Milenio. Era el resultado de una serie de reuniones realizadas en los años noventa para proponer acciones que permitieran avanzar en la solución de los grandes problemas de la humanidad, que se habían vuelto más visibles con el fin de la guerra fría.

Las cifras eran preocupantes en lo que se refería a alimentación, educación, desarrollo infantil, mortalidad materno infantil, salud y, particularmente, el sida, por citar solo algunos aspectos que son, en realidad, manifestaciones de la pobreza. Con estos datos, los países signatarios de la Declaración definieron los llamados Objetivos del Milenio, entre los cuales constan: la erradicación de la pobreza, la cobertura universal de la educación primaria, la igualdad entre los sexos, la reducción de la mortalidad infantil y de la mortalidad materna, combatir el avance del sida y trabajar por la conservación del medioambiente.

Se fijó como meta para alcanzar los objetivos el año 2015 y se esperaba que los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales, las organizaciones internacionales de crédito y las agencias oficiales de cooperación los tomaran como referencia para planificar, organizar y financiar su trabajo.

Estamos ya en el 2015, ha llegado el momento de la evaluación y de fijarse nuevas metas. En nuestro país ha habido avances en algunos aspectos: el acceso a la educación primaria, la reducción de la desigualdad entre los sexos en todos los niveles de enseñanza, la reducción de la mortalidad de niños menores de 5 años, el acceso a los servicios de agua y saneamiento.

Junto a la evaluación se considera la necesidad de establecer nuevas metas, lo que se hará en el mes de septiembre en Nueva York, cuando se reúnan los representantes de 193 gobiernos a definir objetivos para los próximos quince años.

Previamente, se están realizando una serie de foros juveniles para que discutan y planteen qué metas deberían encabezar la lista de prioridades mundiales. En nuestro país se reunieron 25 jóvenes en la Universidad San Francisco de Quito donde después de conocer el resultado de una investigación hecha por 82 importantes economistas de todo el mundo y 44 expertos del sector, organizado por el Copenhagen Consensus Center y el apoyo del Comité Estudiantil de temas Internacionales, definieron once prioridades: acceso universal a la anticoncepción, reducir el maltrato infantil, erradicar la violencia contra mujeres y niños, eliminar la violencia de la disciplina infantil, reducir los asaltos, reducir la pérdida forestal, asegurar los derechos de la mujer a la propiedad y a la herencia, mejorar la educación femenina, aumentar las oportunidades económicas de la mujer, triplicar la asistencia al preescolar en África Subsahariana, hacer usufructo del dominio público.

Es importante la opinión de los jóvenes, porque después de quince años serán ellos los adultos. Los puntos que han planteado tienen mucho que ver con el mundo que esperan pero, también, con el mundo en el que están viviendo y que hemos construido las generaciones que los antecedieron. Revisar su visión es un buen ejercicio para ver mejor la realidad. (O)