En las redes sociales circulan mensajes sobre peleas, puñetazos y exhibición de cueros al sol en el más alto de los altos niveles. Aunque la sabiduría popular aconseje escuchar el ruido del río para descubrir las piedras, en estos casos es mejor ir con cuidado y no dar crédito a todo lo que viene por esas vías. Sabiendo que esas redes son la versión cibernética de las plazas públicas, donde se chismea y se insulta como se ha hecho desde que se crearon las ciudades, hay que tomar con pinzas la información. Nada se puede afirmar por lo menos hasta que el agua del río baje lo suficiente para que se puedan ver las piedras.

Pero en cuestión de discrepancias, hay otras que sí son evidentes y pueden tener efectos de importancia para los destinos del gobierno y del país. Son las que vienen produciéndose de manera soterrada en torno a la firma del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea. Quienes creyeron que cambiándole el nombre se evitaban los problemas, ahora deben comprobar que eso no fue suficiente para poner en la línea a todos los sectores de la propia tienda. Al contrario, hay pistas claras que indican que las discrepancias internas se mantienen e incluso se profundizan.

Algunos de esos rastros se encuentran en la acción de la Comisión para la Auditoría de los Tratados de Protección Recíproca de Inversiones y del Sistema de Arbitraje Internacional en Materia de Inversiones, que en diciembre deberá entregar un informe sobre los tratados bilaterales de inversión. Por declaraciones de uno de sus integrantes se sabe que su recomendación central será la terminación de los tratados y la sujeción de los venideros exclusivamente a la jurisdicción nacional. Es un claro mensaje para que los europeos digan que bajo esas condiciones ellos no firmarán el tratado. ¿Quién envía el mensaje? Obviamente, no es el líder, que se ha situado junto a los pragmáticos, ni la derecha gubernamental, que ha impulsado el proceso. Solo queda el sector que quiere salvaguardar las propuestas originales y que considera a esta una claudicación. Provocar la reacción negativa de los europeos puede ser una táctica desesperada pero no necesariamente inteligente ni efectiva.

Otra pista la proporcionó el periódico digital español www.eldiario.es, cuando filtró mensajes cruzados entre los negociadores, autoridades ecuatorianas y funcionarios europeos. El medio destaca las presiones sobre los compatriotas, lo que deberá ser fehacientemente aclarado y explicado. Pero, más allá de los contenidos, nuevamente hay que preguntarse por el origen de la filtración. Siendo un periódico cercano a los amigos que estuvieron hace pocos días por acá en un encuentro internacional, se podría suponer que el emisor del mensaje es el mismo grupo que siente que sepultan sus sueños. En esta ocasión no lo dirige a los europeos sino al Gobierno nacional, y apunta a ese lugar tan sensible que es el de la soberanía.

Es una disputa puertas adentro, como aconsejan hacerlo con la ropa sucia. El problema es que en este caso los trapos son de todos.